35.

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Escucho unos susurros e imprevistamente escucho los pensamientos ajenos sin bloqueos mentales.

Despierta, hermosa.

Dios llévame a mi y no a ella.

Esta vez los susurros se hacen un poco más fuertes.

— ¿Cómo que está bien?, ¿Cómo estará bien si le ha dado algo hace unas horas?.— Estalla Damian evitando no explotar con su voz para que medio mundo lo escuche. Lo conozco.

— Lo siento, majestad. También me parece extraño, pero es lo cierto. Recuerde en qué estado llegó aquí, puede que lo que ocurrió hace unas horas esté vinculado con algo sobre eso.— Dice la voz de aquel desconocido que deduzco que es el doctor.

— Puedes retirarte, gracias por venir.— Le dice Damian con aquel leve cansancio bañado en su voz.

Se sienta y lo escucho chasquear la lengua varias veces.

Abro los ojos y trato de moverme para sentarme en la cama y evitar estar recostada.

— Preciosa, hey, con cuidado.— Dice y me ayuda a colocarme como quiero.

— No me duele nada, Damian.— Le aseguro.

— No me importa, igual quiero cuidarte.— Lo observo y me derrito, pero a la vez me siento terriblemente mal por su rostro. Se nota tanto su preocupación por mi.

— Yo... lo lamento, por haberme ido de esa manera. Si no hubieras estado ahí, no sé...— Digo tras recordar a Lexus.— No sé que me hubiese pasado.

— Yo siempre estaré para ti, hermosa.— Besa mis nudillos.— Hay alguien que quiere verte, casi iba a demoler la puerta cuando le dije que si podía venir que no estabas del todo bien. Creí que era lo mejor que pudieras pasar algo de tiempo con la única amiga que de verdad te aprecia.— Me dice y yo medio sonrío porque sé de quién habla. Me coloco un poco hacia adelante dándole un beso el cual el me devuelve con cariño.

— Te amo y...

Siento como abren la puerta con brusquedad.

— ¡Señorita, que espere abajo no puede...— Dice la voz de un hombre proveniente de afuera.

— Y una mierda, detengame para que conozca el sabor de mi puño en su boca.— Le grita aquella voz femenina que entra hecha una fiera. Su mirada recae en mi y veo como su gesto se vuelve preocupado y se suaviza al mirarme.— ¡Mi Anya!.— Dice y se apresura a llegar hasta mi empujando a Damian haciendo que el caiga al piso.

— Hola, Becky.— Le digo con timidez y ella me abraza el cual devuelvo también.

— Al menos podías decirme "permiso", Neandertal.— Se queja Damian.

— Si me escuchas que llegué entonces quítate, profesor patán.— Le dice en reproche y yo reprimo una risa.

Damian rueda los ojos, me deja un beso en mi cabeza y me dice que estará en su despacho, con esto sale de nuestra habitación.

— Beck, yo... Lo siento tanto por estar algo ausente durante estos días contigo.— Ella niega y me sonríe.

— No te preocupes, Anya. Yo siempre le he preguntado por ti al príncipe, incluso una vez casi peleábamos.— Se ríe y yo me uno a ella.

— Lamento...— Empiezo.

— Que lamento ni que nadas, Anya. Estaba muy preocupada por ti, no te imaginas cuanto. Si algo te pasaba, haría que este lugar lo demolieran aunque me den como prófuga y me busquen en otro país y se arme una guerra fría por mí estadía donde me encuentren.— Parlotea sin parar y yo carcajeo ante sus ocurrencias.

Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora