Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©

23.

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Caramba.

¿Quién dijo que sería fácil? Realmente no lo es.

Puedo decir que no debo quejarme ya que tengo bastante cosas para permanecer en comodidad, pero las demás deben de ser por mi mano, además de que saldré a buscar empleo por todo el reino. Anoche para dormir casi me da un infarto al escuchar búhos y las ramas del enorme árbol cerca de mi ventana, no pude pegar un ojo en toda la noche hasta que el sol estuviera saliendo.

Hacía un enorme frío y no supe cómo encender la estupida chimenea, no quería molestar al señor Clero y me daba bastante miedo salir en busca de leña para encenderla por lo que me mantuve abrigada como pude.

Dos horas de sueño y estoy lechuga como fresca.

Me encontraba de pies frente a una tostadora más lujosa que el sartén que usaban en la cocina del orfanato para tostar los panes de los días festivos, a cada miembro del orfanato sin importar el género solía tocarle preparar el almuerzo, la cena o el desayuno, era bastante sencillo puesto que no era mucha comida que solían impartir, la comida de los superiores eran cocinadas por otras personas, no sabíamos cómo se veían sus aperitivos o quienes lo preparaban, pero si sabíamos cómo olían porque el olor que desprendían se esparcía por todo el lugar haciendo rugir muchos estómagos. También los quehaceres de limpieza solía tocarle a cualquier persona que se le asignara sin importar su género.

— A ver cómo se usa esta cosa.— Introduzco unos panes cuadrados que encontré en un armario y le doy a unos números que supongo que es el tiempo en el que quiero que se tuesten y bajo una pequeña palanca. Veo cómo el temporizador empieza a funcionar, espero y ruego no quemar el aparato y los panes.

Mientras voy colocando un sartén para hacer dos huevos y tocino, veo un calendario colocado en el refrigerador y genial, tengo tutorías de matemáticas dentro de una hora aproximadamente.

Ya con todo hecho, voy colocando un plato con lo que había cocinado y a buscar los panes quienes saltan de un color más o menos, pero igual me los comeré.

Termino el desayuno, veo el lugar y pues sigue impecable, lavo los platos y los demás utensilios y voy en busca de mis útiles, diviso mi mochila en una esquina del sillón que queda al lado de mi gran cama y voy por ella para colgármela y bajar. Cuando bajo me siento en una mesa apta para tomar las clases y dormirme. Digo para estudiar bien.

— Mierda y aunque estaba en la escuela dejé atrasar muchos ejercicios de matemática.— Resoplo y tan solo pensar en resolverlos me da sueño.

— Si, eso ya lo sabía.

Doy un respingo al escuchar la gruesa voz de Damian viniendo a mis espaldas y me coloco la mano al pecho para sentirlo desbocado.

— Deberías de tocar la puerta como una persona normal, no estás en tu casa.— Le digo de manera seria.

— Cierto, no estoy en mi casa.— Me dice de manera burlón, a lo que yo frunzo el ceño.— Que bueno que soy casi el rey.— Me recuerda, pero me encojo de hombros y le resto importancia.

— Me da igual, el rey no debe entrar en propiedades ajenas por su cuenta de todos modos.— Le recuerdo.

— Que bueno que no me es ajena.— Me recuerda.