7.

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Subí directamente a mi habitación luego de que Damian me mandara a recoger desde el instituto prestigioso. Me despoje del uniforme y tiré mi mochila a un lado de la habitación y me adentré al baño.

Necesitaba ducharme, odiaba sentirme aunque sea un poco sudada y durante el día no había recibido agua y aquella hermosa y radiante tina que en esta habitación yo tenía me encantaba.

Preparé el agua en aquella gran tina en la que yo encajaba a la perfección ya que era pequeña y pues me podía acostar en ella y quedaba un poco de espacio hasta para estirarme bien allí. Adentré mi pierna derecha y luego la otra bajándome despacio hasta sentarme en aquella agua, me estiré suavemente hasta quedarme recostada en la tina.

Suspiré ante la rica sensación del agua caliente que en estos momentos estaba disfrutando después de un día de completo estrés con mis peores enemigos, entre ellos los estudiantes y las matemáticas, excepto mi nueva amiga llamada Becky.

Me deslicé en la tina haciéndome sumergir de a poco y que mi cabello quedé también dentro del agua, volví a colocarme recostada y posicione mi cabeza en la parte superior de la tina cerrando los ojos en el transcurso y sintiendo mi cabello caerme como cascada sobre mis pechos estando completamente empapado. Me sentía relajada y a la vez cómoda en estos momentos.

Recordaba el día de hoy a la perfección y cómo Damian me observaba mientras comía y cuando me pasó aquella bolsa de maníes con ternura, no suelo verlo actuar de tal forma conmigo más que con egocentrismo y algunas veces con crueldad, a pesar de algunos ratos de amabilidad que suele ofrecerme, pero admito y acepto que es un tsundere por naturaleza y hasta ahora no hay nada que me haga pensar lo contrario.

Al cabo de un rato enjabono mi cuerpo suavemente y utilizo algunas esencias después de secarme con una toalla de color salmón, me froto las esencias por mis piernas, mis pechos, mi abdomen y mi cuello. Me miro en el espejo dándome cuenta de que tengo una cicatriz en mi costado, pero se ve muy poco y empiezo a notar que mis costillas ya no se marcan con exageración, mi clavícula no se muestra tampoco tanto y mi masa corporal empieza a estar normal de a poco, solo unas cuantas alimentaciones más y buen trato y podré estar con mi corporalidad normal.

Las bolsas que bajo mis ojos tenía no se tornan tanto esta vez, siguen ahí pero no con el intenso color oscuro que solía tener por días. Después de salir del baño y buscar las prendas que iba a colocarme para esperar a la hora de cenar y mientras ir haciendo mis deberes para no recibir una gran reprimenda de Damian por las tareas que me asignó, dejo caer la toalla y colocarme mi ropa para hacer cada cosa que he mencionado.

— ¡Los maníes!.— Desnuda sin aún colocarme mi ropa, me dirijo hacia mi mochila y busco la bolsa de maníes que había guardado, con una hermosa portada que tenía esa bolsa hizo que mis ojos brillaran. Abro la bolsa y me siento en la gran y suave cama que tengo en esta habitación, tomo un maní y lo pongo en mi boca mientras lo mastico y saboreo lo delicioso y mágico que es.

Tomo más y voy comiéndolos sin poder saciarme, soltando un gemido de satisfacción mientras voy masticando.

— Anya, no olvides que-

La puerta se abre abruptamente revelando a un Damian a punto de salírsele los ojos de sus cuencas y creo que su rostro explotará en cualquier momento de lo rojo que está.

Yo me detengo de comer y abro mis ojos grandemente sabiendo que estoy completamente desnuda saboreando con todo mi ser una bolsa de maníes. Siento mi cara quemarme viva y suelto la bolsa de maníes regándolos en el suelo y tratando de cubrirme mis pechos desarrollados y con la otra mano mi "V" en transición.

Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora