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Observaba cómo todos pasaban una placa dorada con sus apellidos por un sensor al pasar su bandeja de comida, era como una forma de pago para aquellos que pertenecían en el instituto requirieran de lo que deseaban comer o comprar aquí dentro. Yo miro como Becky también saca su placa mientras estamos en la fila y me doy cuenta de que en ningún momento he tenido una desde que entré a este lugar y tampoco estaba informada de que iba a necesitar algo así para el receso.

Avergonzada me salgo de la fila y trato de buscar una excusa para que no se note.

— ¡Necesito ir al baño!.— Le digo a Becky, mientras salgo a toda prisa de allí abriendo rápidamente el portón de la cafetería, me apresuro tras unos pasillos hasta llegar al baño.

Al entrar miro mi reflejo en aquel y gran elegante espejo color plateado con chispas doradas, observaba todo el baño de chicas y era una monada. Todo aquí era completamente peculiar. Sentía que yo no encajaba, no tenía nada, no tenía familia, tampoco tenía dinero, no tenía a mi mejor amiga y mucho menos era inteligente ni atractiva.

¿Por qué seguía aquí?

¿Qué pretendía yo siguiendo bajo el techo de aquel miembro de la realeza?

Solo le daba problemas y distracción, todos notaban que yo no era de alto rango y tampoco encajaba en este lugar, tenía hambre y no sabía cómo iba a ir por algo de comer sin aquella brillante placa que todos poseían. Supongo que me quedaré aquí hasta que el receso acabe y el día también junto con las clases para tratar de llegar al lugar donde me estaba quedando, el lugar que no lo podía llamar "hogar".

Mis ojos se humedecieron ante mis pensamientos negativos y cómo recordaba algunos fragmentos de lo que he pasado y no puedo creer que la poca suerte que vengo a tener, sienta que no la merezca y no encaje en ella.

Entré a uno de los cubículos del baño y no puedo creer que hasta el inodoro sea bellísimo. Me siento en el después de poner hacia abajo su tapa y subo mis piernas pegándolas hasta mi pecho y entre mis brazos escondo mi rostro. No sé cuánto falta para que el receso acabe, pero mi estómago no deja de rugir.

He perdido mucho peso desde que me encontré en este lugar, no recuerdo todo con exactitud de cómo perdí tanto peso, pero estuve muy enferma al estar aquí y ni siquiera casi comía. Ahora constantemente suele darme hambre y mi estómago se encarga de recordármelo escandalosamente.

Había dejado a Becky alli con una tonta excusa, pero ¿qué podría haber hecho?, no podía decirle que no tenía algo tan básico en este lugar de personas millonarias, se ofrecería de una vez a querer pagarme el almuerzo y yo no quiero parecer aprovechada más de lo que ya parezco con Damian. Porque así me ven todos.

Mientras mis ojos derraman lágrimas y no emito ningún sonido tragándomelo todo con mis pensamientos, escucho pensamientos lejanos de cada persona cerca del baño y dos voces que reconozco a la perfección como susurros que no logro distinguirlos bien por la distancia, me fuerzo y me enfoco más para tratar de escucharles aunque mi cabeza me mande punzadas de dolor por no estar acostumbrada a escuchar pensamientos lejanos tan legibles por así decirle.

Hace diez minutos se marchó al baño.

— ¿A cuál de todos?

— Eso no lo sé, salió en bola de humo antes de que tomara algo de comer.

— Ya veo, la buscaré. Gracias señorita Blackbell.

Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora