15.

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— Ten.— Sostiene unas prendas dobladas en sus manos y me las tiende desde el umbral de la puerta de su habitación.

— Iré a mi habitación a...

— No.— Me interrumpe.

— Pero vas a verme.— Le digo irónicamente.

— Se hicieron los baños también para poder cambiarse dentro de ellos, ¿Sabías eso?.— Dice con sarcasmo a lo que yo frunzo el ceño, me doy una palmada mental y me encamino hacia al cuarto de baño claramente más hermoso y elegante que el mío.

Dentro del baño puedo ver que la ropa que Damian ha escogido la ha combinado muy bien la verdad. No espero menos de que la ropa sea de mi agrado puesto que la escogí yo misma cuando él se ofreció a sustentarme también con estas prendas ya que llegue sin nada.

Su cuarto de baño es precioso, su tina es mucho más grande y espaciosa, las tonalidades en las paredes y también en las lozas son extremadamente brillante de tonos oscuros, el baño en si su color se liga entre el gris, el marrón, el blanco y el negro. Perfectamente combinados y...

No puede ser.

El enorme espejo es bañado en oro al igual que el gran y reluciente candelabro colgado en el medio.

La humildad queda bastante pequeña en este lugar.

Es ahora o nunca. Debo de hablar con Damian respecto a todo o me voy a acobardar otra vez.

Termino de vestirme, giro mi cabeza encontrando un secador, lo enciendo y procedo a pasarlo por mi cabello rápidamente para que vaya ausentándose la humedad. Lo peino un poco para que no se vea desastroso y logro colocarlo presentable sin que parezca un arbusto.

Bien, es hora.

Abro la puerta despacio como si un monstruo se encontrara detrás y procedo a salir observando a todas partes y mi gesto se desencaja notando que Damian no está.

Genial.

— ¡Damian!.— Grito y salgo al pasillo observándolo completamente desolado.

Trato de concentrarme cerrando mis ojos para buscar específicamente el pensamiento de Damian por todo el castillo, esquivando los pensamientos de las demás personas y puedo asegurar que no está aquí porque no logro escuchar aunque sea alguno de ellos.

Nadie es capaz de no pensar en absolutamente nada o de hablarse mentalmente.

Tengo que ingeniármelas porque no sé donde se ha metido y cuando llegara.

¡Ya sé!

Me apresuro hacia mi habitación y saco mi paquete de acuarelas y mi maquillaje, voy hacia el cuarto de baño y tomo algo de papel higiénico y lo coloco con los demás materiales, busco algo de pegamento también y procedo a colocarme en la parte de mi cuello el papel junto al pegamento, tomo el maquillaje dándole un tono completamente camuflado con mi tono de piel, lo coloco como una llaga desastrosa, abierta y escamosa, le coloco algunos colores de mis acuarelas y difumino lo demás con mi maquillaje, procedo a realizar una especie de sangre que se vea realista y luego de un rato de puro trabajo artístico procedo a observarme en el espejo.

Príncipe DAMIAN. [Damian x Anya] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora