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No había manera de que Corvel me dejara ir a Delidio sin darle explicaciones y no estaba lista para darlas, afortunadamente, contaba con Medrina y esperaba que fuera lo suficientemente distraída como para no prestarle demasiada atención a mi solicitud, no quise llamarla para que me recogiera en mi casa, temía que Corvel se diera cuenta de que tomó su auto y sospechara algo, así que tomé dos arrugados billetes de un dólar y los metí en el bolsillo trasero de mi pantalón, los usaría para tomar el autobús.

Jamás había sentido tan largo el viaje, estaba desesperada, parecía que a cada segundo el estado de salud de Cameron empeoraba, también esperaba que cuando llegara a la casa de los chicos, fuera Medrina quien abriera la puerta, tenía la ventaja de que nunca era Corvel quien lo hacía.

Llegó la parada del parque floral y bajé, crucé la calle y cuando estuve en mi destino tomé una respiración antes de llamar a la puerta.

–Pensé que hoy no ibas a entrenar.

Suspiré de alivio cuando me di cuenta de que fue Medrina quien abrió la puerta después de tres llamadas.

–No vengo a entrenar –respondí

– ¿Entonces?

Tenía que decir esto sin miramientos para que no pareciera sospechoso.

–Quiero ir a Delidio.

– ¿Se puede saber para qué? –me miró con suspicacia, esto no era normal en ella, pero recordé que los directivos me dijeron que a pesar de que Medrina parecía ser distraída, era una persona bastante inteligente

Suspiré y negué con la cabeza.

–Llamaré a Corvel para que te lleve.

–No hace falta –respondí más rápido de lo que hubiera deseado–. Iré sola, así que no hace falta que lo molestes.

–No lo sé –podía notar en su expresión que estaba trabajando en todas las posibilidades, no le parecían suficientes mis excusas, a mí tampoco me lo parecían.

–Hasta donde sé, la última vez que vine, tenía total acceso a todas las instalaciones de esta casa –respondí sin titubear–. Además, quiero ver a mi padre.

Saqué a relucir mi carta más valiosa cuando mencioné lo de mi falso padre, Medrina frunció el ceño, seguía sin creerme, algo dentro de mi pecho dolió, si esto no funcionaba no sabía qué hacer.

–Como quieras –se hizo a un lado para dejarme pasar.

Escuché como Medrina cerraba la puerta a mis espaldas mientras avanzaba con dirección al pasillo de las habitaciones, me dirigía al salón de entrenamiento, pasé por el pasillo que conocía a la perfección, la trampilla del suelo y las escaleras que me llevaban hasta el salón subterráneo, todo el tiempo ella me siguió.

–Debo asumir que iras hasta Delidio sola –comentó.

Eso ya se lo había comentado.

–Sí.

Medrina me adelantó para llegar a la puerta de metal que llevaba hasta el cuarto del portal, la abrió y me dejó pasar antes que ella.

Me situé en la plataforma de metal mientras Medrina ajustaba la máquina, poco después de que terminara comencé a sentir como todo mi cuerpo hormigueaba, el viaje estaba por comenzar.

–Salúdame a Charles cuando llegues –la manera en que Medrina habló me hizo saber que no había creído mi historia en lo más mínimo.

Su mirada también dejaba notar su incredulidad.

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora