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      Afrodita.

Una verdadera diosa, estaba frente a mí, real y a todo color. No solo eso, necesitaba de mi ayuda, era mucha información por procesar, además que mis aliados no me reconocían.

De verdad estaba viendo cara a cara a una diosa, y todo en ella era hermoso, Cameron lo notaba perfecto.

– ¿Por qué iba a querer la diosa del amor un favor de mí? –Mi voz sonó más segura de lo que yo me sentía.

–Es más importante para mí de lo que piensas, querida, pero no quiero tenerte allí parada, ponte cómoda.

De la nada, detrás de Afrodita, comenzó a formarse un pequeño lago, con agua cristalina y pequeños peces de colores nadando dentro, piedras planas adornaban los alrededores del lago, Afrodita dio media vuelta, dejándonos a todos los demás detrás, su vaporoso vestido se movió con ella mientras se dirigía al lago.

–Ven conmigo, princesa, no te quedes sólo mirando –me dijo una vez que estaba sentada en una de las rocas planas.

Y como me dije que esto no podía volverse más extraño, me acerqué al lago y me senté frente a ella, dejando una distancia de aproximadamente medio metro entre nosotras, los miembros de la guardia se quedaron detrás, donde habían estado desde un principio, les dirigí una mirada rápida.

–Lo han hecho bien, queridos –ella se dirigía a mis compañeros–. Vayan a descansar.

Comenzaron a trasladarse a la parte profunda de la cueva. Me tensé porque quién sabe a donde iban a ir y ahora yo estaba sola, quiero decir ya no se comportaban exactamente como aliados mios, pero ellos eran todo lo que tenía y su seguridad era muy importante.

– ¿Hacia dónde van? –Me levanté y miré hacia ellos.

–Siéntate –me ordenó–. No puedes hacer algo para regresarlos, porque no te obedecerán, cuando hagas lo que necesito te los devolveré con todos sus recuerdos intactos.

Así pues, sin mas opciones, me senté de nuevo.

Ella se inclinó hacia delante y tomó un mechón de mi cabello en su mano.

–Sí que eres linda –rio–. Eso es mucho viniendo de mí, créemelo, me gustan las cosas lindas como tú.

– ¿Qué quieres? –Pregunté.

–Tranquila –respiró hondo–. Permíteme contarte una historia, una historia que ha sido contada y modificada a través de los años, por lo que ya nadie sabe lo que realmente sucedió, te mostraré una parte de mis recuerdos, la parte más preciada para mí, estás a punto de conocer la verdad detrás de la mitología.

Sus palabras sonaron lejanas y sensibleras, miró hacia el agua del lago y yo también lo hice, imágenes a todo color comenzaron a formarse en este, no tardé mucho en sumergirme en ellas, escenas se proyectaban y yo era una espectadora que sentía el clima, olía los aromas y percibía emociones.

Ya no estaba en la cueva, estaba viviendo todo aquello como una espectadora silenciosa.

...

Afrodita vivía en un lugar que no era el inframundo, tampoco era la tierra ni Delidio, lo llamaban Copiam, ella tenía una gran atracción por los humanos, ellos tenían una gran capacidad de amar y para reconstruir sus corazones después de un engaño, aprendían de sus errores y mejoraban con el tiempo, los humanos eran una especie fascinante, capaces de crear cosas grandes con poco, capaces de olvidar y perdonar.

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora