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El basilisco estaba frente a nosotros, se miraba tan quieto que alguien que no lo observara con atención podía llegar a pensar que se encontraba completamente inmóvil, pero no era así y solo quienes habíamos estado cerca de uno de primera mano podíamos entender las velocidades que era capaz de alcanzar este animal.

–Marcus –hablé en voz baja, sin apartar la vista de lo que estaba frente a nosotros–. Si el basilisco está aquí, el nido debe estar cerca.

–Concéntrate –apostilló, noté rigor en su voz.

Eso hago. Le hablé a su mente y era verdad, no podía estar mas alerta.

El basilisco avanzó tres pasos muy lentos y se movió un poco hacia la izquierda. Intenté sacar mi cuchillo sin alertarlo, eramos tres mirándonos fijamente.

Sentía miedo en cada centímetro de mi piel e intentaba respirar lo más tranquilamente posible para detener mis pulsaciones y el temblor que comenzaba a formarse en mi cuerpo.

Logré sacar mi cuchillo, pero al momento Marcus lanzó una de sus bombas caseras, tal vez pensaba que eso lo alejaría, pero el efecto que obtuvo fue todo lo contrario.

El animal se lanzó en dirección a Marcus y yo le seguí, al momento en que quiso arremeter sobre él, dirigí mi cuchillo con fuerza a su espalda, pero había pasado por esto antes, sabía que el cuchillo apenas e infringía un pequeño corte en el rugoso lomo del animal. Apenas y me notaba mientras yo intentaba dañarlo una y otra vez en su espalda, tenía la atención en Marcus, quien se defendía de la manera en que podía.

Debía cuidarme de una mordida a como diera lugar.

Marcus corrió, yo me aleje un poco para conseguir velocidad. Corrí y ya que estuve cerca salté sobre el lomo del animal, el aterrizaje fue perfecto, me sostuve fuertemente con una mano, mientras este se movía con la intención de lanzarme lejos de su cuerpo. Esta vez, hundí mi cuchillo en su cuello, hizo un sonido ahogado y un gorgoteo de sangre comenzó a salir cuando retiré el cuchillo. Para mi sorpresa, el animal se paró en dos patas por unos segundos y no pude sostenerme más sobre su cuerpo en vertical. Caí al suelo.

La caída no fue grave, por lo que levantarme de un salto no significó problema alguno, el problema fue que el basilisco estaba listo para atacarme. Me clavó sus garras en una pierna, al momento en que Marcus lanzó otra de sus bombas en nuestra dirección, pero esta no afectó al basilisco en absoluto, y a mí el humo me hizo toser como una posesa, no podía detenerme, además mis ojos ardían y no podía enfocarme en nada, intenté poner la mayor distancia posible entre el basilisco y yo, así que avancé a ciegas sin dejar de toser, pero no sirvió de mucho, comencé a sentir sus garras de nuevo.

El animal hizo un sonido repulsivo y supe que Marcus lo había atacado, pero no por eso se había detenido conmigo, moví mi cuchillo a ciegas, cuando el ardor en mis ojos remitió un poco, pude acertar un golpe en el rostro del basilisco, pero justo después, este mordió mi muslo, sentí que un líquido entraba en mi cuerpo y entonces lo supe. Tenía la enfermedad del basilisco, al igual que Cameron.

Grité y el basilisco estaba listo para volverme a atacar, pero entonces lo miré, aun con la visión alterada pude reconocerlo, Eider cargaba con un mazo hecho de clavos y solo Dios sabía de dónde lo había sacado. Cuando sentí que el basilisco se alejaba de mí, supe que Eider lo había atacado.

Hubiera querido tener mi tiempo para recuperarme, pero no podía contar con eso, me dolía mantener los ojos abiertos, pero lo hice, al tiempo para ver que Marcus se unía a Eider, para ir contra el basilisco. De nuevo lo tenía de espaldas y en algún momento mi cuchillo había desaparecido, así que saqué otro de la cinturilla de mi pantalón y arremetí contra él. Al parecer el animal me tenía una especie de coraje ya que regresó su atención a mí, me envistió y lanzó al suelo. Se acercó levantó una pata llena de garras y la llevó directamente a mi cara. Iba a acabar con mi rostro.

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora