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Corvel dijo que hablaríamos en la mañana, pero no respondió a mis mensajes telepáticos, tuve la tentación de intentar escaparme a ver si así llamaba su atención.

Durante todo el fin de semana estuve maquinando en mi cabeza un plan para salir de casa durante el día e ir hasta Delidio, además, con el tiempo con el que ahora contaba, podía darle un aviso a los directivos a través de Corvel. Al final Corvel me llamó y acordamos que me encontrara con Medrina el lunes en el instituto, la esperaría fuera de las instalaciones de este a las 7:30 ya que mi padre me dejaba allí a las 7:00, me saltaría las clases y para la hora de salida estaría de vuelta, me sentía lista para darle cara a la falta en el instituto, había cosas mucho más importantes en juego.

El lunes se llegó, Medrina no hizo comentario alguno simplemente cumplió con su parte, eran muchas las cosas que giraban en mi cabeza y ahora estaba a punto de ir ante los directivos y exponerles mis sueños, tenía que convencerlos de que me dejaran ir a salvar el alma de Eider, y si, creía completamente en mi sueño, por extraño que sonara, tenía propuestas para cerrar el trato, pero sentía que me estaba vendiendo.

Estaba hundida en el asiento del auto de Medrina, moviendo mis piernas arriba y abajo, más por ansiedad que por cualquier otra cosa, en ese momento razoné que no había sabido nada de Cameron desde la última vez que estuve en Delidio.

En el momento en que se detuvo el Honda bajé de él, abrí la puerta de la casa de los chicos que no estaba asegurada y me dirigí de manera rápida la salón de entrenamiento porque a pesar del motivo de mi llegada, era allí donde Corvel siempre me recibía, mis pies no podían andar lo suficientemente rápido, en el momento en que llegué a la trampilla que estaba abierta bajé tan apresuradamente que fue una suerte que no me cayera por las escaleras verticales que llevaban hasta el salón subterráneo en el que entrenábamos.

– ¿A qué se debe esto? –Me preguntó Corvel, ni bien había bajado las escaleras. No detecté enfado en su voz, todo era curiosidad.

– ¿Recuerdas cuando Oriol se comunicó conmigo por medio de sueños? Cuando necesitaba el código para descifrar mi carta.

– ¿Volvió a comunicarse contigo? –Levantó ambas cejas, esperando por mi respuesta.

–No él, alguien más –aclaré–. Alguien que ha estado hablándome en sueños desde hace semanas.

– Hay algo llamado sueños proféticos y por eso creo en ti, pero ¿Por qué lo mencionas hasta ahora?

–No estaba segura de que él se quisiera comunicar conmigo, o si simplemente era yo soñando con él, hasta hace un par de días.

– ¿Qué te hizo notarlo?

–La noche del sábado, me dio información que antes no me había dado –mordí mi labio–. Y el sueño me dio la misma sensación que los sueños en los que Oriol se comunicaba.

– ¿Con quién soñaste?

–Eider –respondí rápidamente, esperaba que él estuviera al tanto de los hechos, no quería explicarle lo que le había pasado.

–Él no es alguien importante en nuestra historia –sacudió la cabeza–. No creo que lo que te comunicó sea de gran trascendencia.

– ¿Vas a llevarme o no? –Su comentario sobre él me había ofendido–. Tú no eres quien para decidir que es importante o que no.

–Te prefería cuando eras callada y nerviosa –me dijo, pero se dio la vuelta y caminó hacia el salón del portal. Lo seguí–. En ese tiempo no cuestionabas lo que se te decía.

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora