37

474 85 8
                                    


     Ángela me hizo llegar un vaporoso vestido color crema, con altura a las rodillas y que ajustaba únicamente en la cintura con el apoyo de una cinta que anudé en un moño en la parte trasera.

Al verme en el espejo del baño de mi habitación, me di cuenta de que mi atuendo me hacía ver como una niña pequeña, tan pequeña como podía ser después de un viaje al inframundo. Sujeté mi cabello en una coleta y luego esperé sobre mi cama a que se llegará la hora que Yera había indicado casi al final de la reunión del día anterior para irnos a la ciudad.

La noticia de que la guerra estaba próxima me sorprendió, siempre había sido consciente de que habría guerra, pero no fue hasta ese momento que comenzó a asustarme de verdad, como si una parte de mi por fin hubiera aceptado la inminencia de lo que iba a pasar.

Después de un rato de pensamientos perturbadores, Corvel llegó a mi habitación, me confirmó que llevaba el dinero que los directivos le habían dicho que le darían y que desayunaríamos con él, sin perder más tiempo, salimos del recinto y comenzamos a caminar en dirección a la ciudad.

Era una hermosa mañana, estaba fresco y ligeramente húmedo, la visión del paisaje no me sorprendió del todo, ya que no era la primera vez que estaba aquí, caminamos por la amplia calle exclusiva para peatones.

La fresca brisa golpeaba ligeramente nuestros rostros cuando Corvel volteó en mi dirección.

– ¿Alguna idea de que quieres como desayuno?

–Hmm, algo que incluya carne ¿Tal vez? Muero de hambre –respondí, viendo mis pies mientras caminaba.

–Estoy de acuerdo, andando.

Llegamos hasta un puesto ambulante y tomamos asiento frente a la barra, tanto ella como las sillas estaban hechas de madera perfumada, el tenderete nos explicó las diferentes formas en que servían cordero, lo pedí asado y también agua de piña fermentada.

En el tiempo que esperé a que sirvieran mi comida me presenté y conversé con los demás clientes que esperaban, después de todo, ese era el objetivo, me di cuenta de que las conversaciones se me daban con mucha más facilidad de lo que pensé, quedaba poco de la persona tímida que una vez fui.

Ya había terminado con mi desayuno y me disponía a irme cuando dos jóvenes llegaron, un chico y una chica, miré hacia ellos mientras tomaban un lugar frente a la barra.

El chico era increíblemente guapo y me miró un poco mas de lo sociálmente permitido. 

–Buen día –saludé a la joven pareja, ambos parecían tener una edad cercana a la mía.

–Buen día –ofreció el chico de regreso, luego su escasa atención que tenía en mi regresó a la chica que lo acompañaba.

–¿Ustedes son familia? –Pregunté, esperando no parecer entrometida.

–Amigos –ofreció la joven, que ahora me miraba.

–Bien, eres linda y ese color te queda fabuloso –llevaba verde y la verdad no tenía idea de si le iba bien o no.

–Gracias –me miró de manera extraña–. También te ves bien.

–Soy Mar –le ofrecí una sonrisa.

–Mode –respondió de forma instantánea–. Y él es Fred.

–Un gusto conocerlos –me levanté de mi asiento, miré hacia el chico y le di otra sonrisa–. Ya nos vamos.

–El gusto es mio, Mar –respondió el chico con su profunda voz. 

Corvel se levantó después de mis palabras, fue hacia donde estaba el tendero y le pagó la cuenta.

Seguimos recorriendo la calle, topándonos con personas y saludando, en ocasiones también conversamos con quien nos encontrábamos y acepté con agrado que había quienes ya nos conocían debido a lo que habíamos hecho en el inframundo.

Compré dulces de miel en un puesto y luego los obsequié a un grupo pequeño de niños que caminaban junto a una señora, ella me agradeció y luego obligó a los niños a darme las gracias también, le dije que mi nombre era Mar, que vivía en el recinto y que, si necesitaba algo, podía decirme, noté que se confundió por mis palabras, pero agradeció una vez más y tras decirme que su nombre era Helena se despidió.

En otro momento encontré a un anciano pidiendo caridad, era la primera vez que me encontraba con alguien en esa situación en Delidio, lo que hice fue comprar cecina, conservas vegetales y cereales para dárselos, de igual manera mantuve conversación con cada persona a la que le compré. Después de entregarle los alimentos al anciano, le pedí a Corvel que le diera unas monedas.

Llegamos a un descanso en el que nos sentamos, comenzaba a darme hambre nuevamente y no podía sacarme a Fred de la cabeza.

–¿Cómo crees que vaya todo? –Le pregunté a mi acompañante.

–Te desenvuelves bien –respondió sin mirarme.

–¿Crees que podemos dar por terminada la tarea?

–Tal vez –seguía mirando hacia el frente–. Aunque podrías intentar conversar con un par de personas más.

–Bien –suspiré–. Eso no le hará daño a nadie, sólo dame un segundo.

No estaba cansada, pero ahora que había encontrado donde sentarme, quería permanecer un rato así.

–Pasó tu segundo.

Rodé los ojos.

–Muy gracioso –me levanté–. Pero tienes razón, no hay porque esperar.

En realidad, no conversé con un par de personas más, fueron muchos más con los que crucé palabras después del breve descanso, tenderetes, compradores y personas de todas las edades que al parecer sólo daban una caminata, pero en realidad no fue mucho el terreno que abarcamos, sólo íbamos y volvíamos por los mismos lugares que ya habíamos visto.

Me gustó estar cerca de las personas, tanto de las que ya sabían lo que habíamos hecho por las almas como las que no lo sabían, una florista me reconoció y me regaló un enorme girasol en modo de retribución por lo que pasó en el inframundo, le agradecí el gesto y continué con mi tarea.

El clima era tan agradable y la actitud de las personas también que me quedé mucho más tiempo del que había planeado invertir en mi tarea, ya no lo miraba como una obligación, de verdad estaba disfrutando del momento.

...

Al día siguiente, volvimos a la ciudad, esta vez en un punto diferente de esta, el día después de ese visitamos las tierras de cultivo para pasar un rato con los trabajadores y por instrucciones de Yera, seguimos yendo a la ciudad hasta que se cumplieron cinco días.

Era el quinto día. Después de la visita a la ciudad llena de conversaciones y rostros nuevos me encontraba regresando a mi habitación, pasé por el ya familiar pasillo y al llegar abrí la puerta, en el suelo miré una nota, de ese tipo de notas que se pasan por la ranura de abajo, cerré la puerta y me agaché para tomar el pedazo de papel, nunca antes me habían dejado escrito algo para hacerme alguna notificación.

Con curiosidad presté atención a la nota, estaba escrita a mano con letra perfectamente clara y el mensaje en ella era breve pero contundente.

Margot:

Mañana a las 7:00 horas, te buscaré en tu habitación, me acompañarás al escondrijo del recinto para darle lectura a la profecía de Oriol, es momento de que conozcas el destino que ya estás comprometida a aceptar, prepárate.

Charles.


...

Hola, queridos lectores, como podrán ver, estamos llegando al final y el capítulo fue muy corto, pero los veo mañana con otra actualización.

Sígueme en mis redes sociales:

Instagram: korinabarba

Facebook: Daniela Korina Barba

Twitter: Voces_entre

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora