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Tomé una gran bocanada de aire y después me dejé caer sobre la cama, pensé en todo lo que acababan de decirme los chicos, no solo era extraño, también asustaba analizarlo, luego pensé en mis padres y rápidamente eliminé eso de mi mente, estaba comenzando una nueva vida ahora y tenía que tener fortaleza para lo que se iba a venir, me repetí que, si no hubiera accedido a vivir aquí en este momento, hubiera tenido que hacerlo más adelante, de cualquier forma.

–Eider –su nombre salió de mis labios en forma de suspiro–. Vamos a salvarte.

Cerré mis ojos y esperé a que Cameron regresara, no tardó mucho en hacerlo, así que cuando llamó a la puerta me aproximé hacia ella para salir, la llave de mi habitación se mantenía en mi cuello gracias a una cadena con la que me la habían entregado.

Salimos y juntos nos aproximamos al comedor, estaba repleto de personas, pero sabía que no eran el total de habitantes del recinto, ni por asomo, solo eran los que ocupaban los puestos más importantes, donde sea que comían los demás, estaba fuera de mi conocimiento.

Nos sirvieron, entre varias cosas, pastel de atún para iniciar, después un jugoso pollo al naranja partido en muy pequeños cubos que podías tomar fácilmente con un tenedor, entre las bebidas había un vino y jugo de zanahoria, naranja, cilantro y piña, reconocí los sabores mientras le daba sorbos a mi vaso y aunque era una combinación extraña, sabía muy bien.

Cuando la comida terminó, tuvimos una hora para relajarnos y después volvimos a reunirnos para hablar acerca de las cosas que llevaríamos en nuestra travesía, confiaba bastante en ellos respecto a ese tema, no había alguien mejor para elegir armas que Corvel y Cameron.

–No llevaremos armas –declaró Corvel.

– ¿Qué? –Pregunté.

–Las armas que tenemos aquí no son efectivas para los animales del inframundo –explicó–. Solo la fuerza física, tú misma lo comprobaste con el basilisco, Mar, no se alejó hasta que mordió –inclinó su cabeza hacia Cameron.

Era verdad, no había logrado herir al basilisco con mi daga, por más fuerza que utilice, lo mismo ocurrió con Eider y según el diario de Oriol el basilisco era un animal del infierno, que era lo mismo que el inframundo.

–Nuestras armas causan heridas en ellos –dijo Cameron–. Pero se recuperan de ellas al instante, aun así, te he visto luchando Mar, confío en tu habilidad.

Asentí, los tres éramos buenos en combate. – De acuerdo, pero si no son efectivas con los animales, si con otras criaturas ¿Cómo versiones de humanos y todo eso?

–Te refieres a seres hechos a nuestra imagen ¿cierto?

–Si –respondí–. Porque los habrá ¿No es así?

–Los habrá, pero con ellos, las armas funcionan menos si cabe, las atraviesan sin ningún problema.

–Eso suena extraño –mordí mi labio–. Pero lo puedo comprender, supongo, simplemente no llevaremos armas y creo que podemos manejarlo... respecto a la comida ¿Qué llevaremos y quién lo hará?

–Tampoco llevaremos comida.

Retrocedan ahí ¿Cómo iríamos hasta el inframundo sin comida?

–Los cuerpos que tomaremos para el inframundo son espirituales y no se alimentan de la comida convencional –Corvel parecía haberse vuelto el dueño de las explicaciones–. Nos alimentaremos de la energía que hay en aquel lugar, energía de las plantas, animales, almas...

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora