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– ¿Cómo te sientes? –Ahora Cameron caminaba a mi lado, mantuvo el tono de su voz bajo, solo para mí.

–Estoy bien –mi volumen de voz igualó el suyo–. Pero eso fue muy extraño.

Caminé esquivando los sólidos sarcillos del suelo y levantando nubes de polvo, nuestras pisadas creaban un sonido que era exageradamente alto, incluso el polvo que levantábamos hacía sonido al regresar al suelo, como si nuestro calzado contuviera micrófonos y amplificadores y aunque me esforzaba por pisar ligero, el sonido continuaba siendo antinaturalmente alto.

Llevábamos un ritmo de avance rápido y entonces me di cuenta demasiado tarde de que tal vez debería haber conseguido tenis nuevos, aunque saber que fue Federico quien compró los tenis que llevaba me hacía pensar que no había dejado completamente atrás a todas las personas que apreciaba en Wallville.

Después de un rato el sonido del polvo y nuestras pisadas se volvió molesto, como si la novedad que esto suponía ya hubiera pasado, iba a tener que intentar ignorarlo.

Entorné mis ojos para intentar ver lo mejor posible en la niebla, si me concentraba en un punto este parecía aclararse, así que me concentré en la nuca de Corvel que ya iba al frente, era un punto tan bueno como cualquier otro.

Llevaba también la linterna para apoyarme con mi visión, pero desafortunadamente el rango de luz que esta aportaba dentro de la niebla era muy pequeño.

Sentí que perdí un poco de equilibrio, miré hacia abajo, pero nada parecía haberlo causado y ninguno de mis compañeros dio seña de haber notado mi desliz. Mordí mi labio y continué con el camino, restándole importancia a lo que acababa de ocurrir.

Sin aviso previo, noté que la niebla disminuyó un poco, pude ver mejor a los demás

–Allá, miren –la voz de Micha se llevó mi atención.

Miré hacia donde Micha señalaba, la niebla ya no era tan espesa, pero seguía nublando mi visión, empujé mi vista un poco y me ayudé con la linterna, no parecía haber algo, luego miré hacia el cielo.

–Un río –dijo Corvel–. El río Aqueronte.

Ahora si podía ver el rio, era enorme.

–Impresionante –comentó Cameron, su voz hacía notar su admiración.

Continuamos acercándonos a él.

Trasladé mí vista hasta la izquierda y luego a la derecha, llegando así a los límites de mi visión, no logré ver final alguno para el río y ahora que estábamos más cerca, el sonido del caudal era bastante alto, parecía que la corriente era fuerte, el río ancho y sinceramente era imposible que lo cruzáramos nadando, no comenté nada ya que dudaba que mis dudas ayudaran en algo.

Guardé mi linterna la cual se apagaba cuando ya no la tocaba.

Una parte de mí, había pensado que el inframundo estaba lleno de fuego y gritos de almas penando, con demonios cerca para picarnos las costillas con varitas de puntas afiladas y calientes, pero no parecía ser así, claro era que acabábamos de entrar aquí y que había sentido aquellos extraños dedos en mis brazos, pero no estaba tan nerviosa como había esperado estarlo.

Seguimos caminando y dejé de escuchar el sonido del polvo y los pasos, pero una vista hacia abajo me bastó para ver que nubes de polvo se seguían levantando con mis pisadas, esto no debería de ser así, después de todo estábamos muy cerca de un río bastante grande y la humedad del agua debería detener la tierra suelta.

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora