Desperté por mi cuenta y comencé a desesperarme, me sentía fresca y relajada lo cual era algo que no podía haber dicho antes de dormir, además sentía un poco de resignación después del análisis mental que había tenido, me senté poco a poco y me estiré para tomar mis tenis, me los puse y dejé mi suéter donde estaba porque me sentía bastante cómoda sin él, me levanté y me percaté de que a unos cinco metros de distancia Cameron estaba dormido, se suponía que el haría guardia conmigo pero decidí dejarlo dormir, podría valerme por mi misma, así pues, después de asearme, me acerqué hacia donde Corvel estaba sentado.
–Eh –dije para llamar su atención, pero era probable que ya me hubiera notado–. A partir de aquí voy yo, así que puedes ir a dormir.
Cuando Corvel se levantó y miró en mi dirección pude notar tanto el cansancio como el alivio, nadie discutió cuando dijo que el haría la primera guardia y me sentí culpable respecto a eso, él había necesitado el descanso tanto como nosotros.
–Ten cuidado, presta mucha atención –su voz sonaba ronca por el cansancio.
–No hay problema, he sido entrenada ¿Recuerdas? Despreocúpate y descansa –le urgí.
Mi comentario surtió efecto puesto que se fue después de eso, le había notado el cansancio cuando lo miré y aun así no me despertó para que lo supliera, esperó a que estuviera lista para despertarme por mi misma.
Me senté sobre el suelo, recargando mi espalda en el grueso tronco de un árbol que ya había muerto, pero aun así estaba completamente vertical, poco me importaba que la tierra suelta me ensuciara, me sentía muy bien después de dormir, soñé con Eider de nuevo, pero sabía que estaba cerca de salvarlo.
Miré mis brazos, las Driadas habían logrado atravesar mi suéter y algunas heridas se perfilaban en estos, había sido una buena idea despojarme del suéter ya que mis lesiones necesitaban de ventilación.
El tiempo pasaba y nada fuera de lo normal ocurría, ni siquiera había señal de algún animal, comparado con los demás lugares por los que habíamos pasado este era simple y cutre.
La vigila rayaba lo aburrido. Saqué el cuchillo de mi cinturón y estudié su hoja, tenía bastante filo, lo regresé a su lugar e indagué en los demás compartimientos, descubrí así en un pequeño saquillo cinco pequeños óbolos, así que Corvel no era el único que había recibido un subministro de la moneda de cambio del inframundo, era buena saberlo y me reprendí mentalmente por no haber buscado antes entre las cosas que me habían proporcionado, asimismo, me encontré también con un bloc de post it, y un afilado lápiz, nos recordé a Cameron y a mí en terreno neutral mientras descifrábamos el código y me dije que estos últimos materiales podían llegar a ser muy útiles.
Cerré los ojos al sentir un suave viento rompiendo contra mi cuerpo, disfrutando de la sensación, asimismo, escuché como las débiles hojas se sacudían en las copas de los árboles, probablemente muchas caerían y el rumor del seco pasto en el suelo, una respiración profunda más tarde y abrí mis ojos.
Comenzaba a relajarme. Miré hacia arriba, ensimismándome con la vista de las tres brillantes lunas, una estaba llena y las otras dos en diferentes puntos entre luna llena y luna nueva, al no haber estrellas las bellas lunas captaban toda la atención, tal vez este lugar pertenecía al dios de la luna... si es que había algún dios de la luna, reconocí con desasosiego que no sabía gran cosa sobre el inframundo.
Restregué mi pie en la corteza del suelo, ahora estaba sentada con mis piernas pegadas a mi pecho y mis brazos abrazándolas, de vez en cuando recostaba mi cabeza en mis piernas.
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Atrapada entre sueños
FantasyDespués de que Mar descubriera que no pertenece al mundo en el que siempre vivió los problemas comienzan a aparecer y deberá tomar duras decisiones que la hagan sellar su destino.