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¿Qué haces cuando te sientes perdido?

A veces, el destino funciona de maneras que no podemos comprender, a veces nos puede llegar a romper ¿Cómo afrontar más de lo que podemos manejar? ¿Cómo contender con lo que nos hace llegar a caer? Si algo nos aplasta, deberíamos ser capaces de decirle basta.

Sentía que cuando saliera de mi habitación asignada, encontraría a Eider en los pasillos, iríamos al patio a disfrutar del día, bromearíamos y al caer la tarde me diría cuanto me quiere, yo lo abrazaría, porque también lo quiero. Aferrarme a esa imagen era enternecedor. Pero eso no pasaría, nunca más.

Como quisiera que todo terminara, que el mundo se acabara justo ahora y ya no hubiera más sufrimiento, porque sin Eider no quedaba vida para vivir. Cerré mis ojos y los apreté, pero nada sucedió, el mundo seguía su curso, como siempre, no se había visto afectado por lo que le pasó a Eider y yo seguía con este dolor demoledor.

Tomé la almohada que debería de haber estado bajo mi cabeza y la arrojé sobre la puerta, estaba destrozada y también furiosa, deseaba dormir para siempre y que todo el mundo desapareciera, ya no había nada en el que me hiciera sentir bien.

Eider nunca entendería el daño que mi hizo al morir y lo odiaba por eso, lo odiaba profundamente por haberme dejado.

Eider ya no estaba y los sollozos habían comenzado a sacudirme de nuevo, ojalá me hubiera llevado con él, entonces no tendría que vivir esta miserable vida.

...

Marcus se encargó de decirle a los directivos el motivo de nuestro viaje o al menos eso fue lo supe, les dijo que investigamos por una cura, también les mencionó lo pasado con Eider y que yo había sido mordida por el basilisco, me dieron de tomar un huevo del animal tan rápido como el interrogatorio con Marcus terminó.

Hasta el momento, no me habían informado como se me castigaría por haberme ido sin permiso, sinceramente, el castigo no podía importarme menos, tampoco me habían dejado ver a Cameron, pero sabía por parte de Marcus que no estaban seguros de que el antídoto funcionara debido a lo avanzada que iba su enfermedad, podía perderlo también a él y cada vez era más difícil respirar para mi dolorido pecho.

A ratos pensaba que ya no valía la pena vivir.

Me dieron dos días completos para que me hundiera en autocompasión, incluso me llevaban comida hasta mi habitación.

Marcus me visitó con remedios para dormir cada noche, calmantes y todo tipo de plantas medicinales, no los tomé, merecía el dolor que me atormentaba durante las noches, merecía las pesadillas y llantos nocturnos.

Esos fueron los cuatro días mas dolorosos de mi vida.

El cuarto día, alguien llamó a la puerta y mi comida seguía intacta en mi habitación desde hacía un par de horas así que estaba segura de que no estaban trayendo comida.

–No tiene seguro, pasa –vociferé desde mi lugar en la cama, mi voz ronca debido al llanto y desvelos.

La puerta se abrió y noté a Marcus entrando, era de esperarse, él era la única persona que me había visitado desde que llegué, ni siquiera los directivos habían venido, lo cual me hacía especular acerca de cuan enojados estaban por las decisiones que me llevaron a esto.

–Hola, Mar –dijo bajito, como para no perturbar el ambiente mortífero del lugar.

–Hola –le respondí mientras me sentaba en la cama.

Atrapada entre sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora