III • La vida sigue

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A la mañana siguiente, tras abrir los ojos con suma pereza y prepararle a Matías el desayuno y llevárselo a la cama, Ariel le preguntó si quería salir.

—Claro que sí, ¡vamos a divertirnos! —aceptó con mucha ilusión y compartió su tostada con ella.

En esa semana que tenían libre, fueron juntos a varios lugares, aguas termales, parques de atracciones, parques acuáticos, hoteles, piscinas e incluso a explorar casas abandonadas, donde encontraron varios vestigios de drogas y preservativos.

—¡Se me hizo corta la semana! —protestó Matías aferrándose a la espalda desnuda de su novia.

En cambio, a Ariel se le había hecho larga, ya que, estuvo pensando profundamente sobre la respuesta que le diría, y siempre llegó a la misma conclusión.

—Matías, ya pensé sobre tu propuesta.

El joven sintió que un nudo se le formaba en la garganta.

—Y decidí que no voy a aceptarla.

Matías sintió mucho frío de repente. Con tal solo siete palabras, Ariel le arrancó la vida.

—Pero no pienses chorradas sobre que no te quiero y eso, es solo que, eso del matrimonio y cuentos de la Disney, no son para mí. Es muy cursi todo —se dio la vuelta y miró a Matías a los ojos, percibiendo su tremenda decepción —Va, alegra esa cara —le dio un pequeño golpe en la barbilla —Que no te estoy dejando ni nada. Solo te digo que quiero seguir como hasta ahora.

—Ah, claro —Matías asintió abruptamente, saliendo del estado de coma en el que sintió que le indujeron por segundos —Tienes razón, es una chorrada.

Trató de fingir que no le importaba, pero no era verdad. Le importaba demasiado. En verdad soñó que Ariel le dijera que sí.

—Así es —Ariel le besó intensamente, y luego le miró con picardía —No te comas el coco con tus mierdas, ¿vale? Y mejor poseeme como tú tan bien sabes hacer.

Días después, Ariel salió temprano porque tenía que volver a currar, y tras despedirse, Matías se quedó tirado en la cama, mirando el techo con pereza, hasta que comenzó a llorar.

***

Matías se sentía tan abatido, que decidió visitar a León aquella mañana y contarle sobre lo ocurrido.

—Comprendo —León también compartió su desilusión —Lo lamento, Matías.

—No importa. Ya no me importa —miró el anillo que Ariel le regresó y cerró la cajita —Ariel tiene razón, el matrimonio es una idiotez. Podemos seguir como hasta ahora.

León no dijo nada al respecto, ya que opinaba distinto.

—¿Cómo está Lukyan? —cuestionó Matías queriendo cambiar de tema.

—En este momento se encuentra hablando con Anastasia en su recámara.

—Ojalá ese chico pudiera hacer su vida normal. Ese malnacido le hizo mierda su vida —Matías no podía lucir más frustrado.

Lukyan había mejorado, pero no estaba bien, y era probable que nunca se recuperara, eso era un hecho.

—Aunque, es genial que pueda contar contigo, León. Sin duda eres muy grande.

—Haré lo que sea por él —León en verdad le tenía aprecio, y aunque hacía cuanto podía, sentía que era insuficiente.

—Bueno, yo ya me tengo que ir a currar. Hasta luego, León.

León también tuve que irse a trabajar.

***

—Eres muy bueno en esto —le elogió Anastasia tras haber recibido el jaque mate.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora