L • Llegando al final

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Era la primera vez que sentía semejante presión ejercida sobre sus labios. Su sabor era más increíble de lo que hubiera podido imaginar. Su aliento rozando su piel, su calidez... Melanie sintió sus piernas desfallecer, su cerebro abandonando el mundo, hasta que su brazo sufrió un tirón.

—¡Hey!

Era Ariel. Por inercia se llevó los brazos al rostro, anticipando un golpe. 

—¿Qué haces? —Por un espacio entre sus brazos logró divisar el rostro repleto de confusión de la joven.

Lentamented descubrió sus brazos, todavía muy desconfiada.  En verdad esperaba que Ariel le golpeara como si no hubiera un mañana. Aunque no lucía nada enfadada, lo que le resultó de lo más extraño.

—¿Te encuentras bien? —La voz de Léon se filtró en su audición, causando que su corazón se tambaleara, víctima de una explosión. 

Fijó su mirada en el rostro masculino, hallando en él también confusión a la par que preocupación. 

—¿Eh? Bueno...

Entonces, cayó en la realidad. Si es que... Por supuesto que aquel beso no había ocurrido, Léon nunca la besaría, y por supuesto, sucedió lo que ella temió desde un principio. Ariel participó en la celebración, sin privarse de andar agarrada a Léon todo el rato, hablando con su voz coqueta y haciendo uso de sus cualidades femeninas en un intento por conquistarle, mientras que, Melanie como el personaje de relleno, se mantuvo detrás, exhibiendo la más fastidiosa expresión. 

—¡Uff!

En cuanto alcanzó su cama se dejó caer sobre ella. Al principio el quedarse a solas con Léon no le había hecho ninguna ilusión.  Bueno, sí... Aunque le había fastidiado su idea de olvidarle, pero después... Incluso había llegado a creer que tenía alguna oportunidad con él, que podría llegar a gustarle...

—¡Qué tonta! —Se riñó a sí misma, hundiendo la cara en la almohada.

Tenía ganas de gritar, de enloquecer como un animal rabioso. Ojalá pudiera hurgar con la mano en su interior y arrancarse el maldito corazón.

En su crisis de nervios, de llanto, de desquicio, surgió una melodía.  Con pereza alzó el rostro y sacó el celular de su bolso. La sonrisa de Alice apareció en pantalla.

—¡Melanie, tienes que contarme todo con lujo de detalles! —Chilló la pelirroja con detonante emoción. 

Melanie blanqueó los ojos.

—Fue muy divertido, especialmente cuando apareció Ariel —Soltó con sarcasmo, añadiendo un "he, he" sumamente falso al final.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué rayos hacía Ariel allí?! ¡Seguro fue el idiota de Matias quien se lo dijo! —Alice sonaba sumamente enfadada.

—Bueno... Yo tuve la culpa... Me manché comiendo helado y Léon llamó a Matias y le pidió que le dijera a Ariel que me trajera un cambio de ropa...

La principal culpable había sido ella, por perderse en sus absurdas fantasías.

—Aunque, ¡Da lo mismo! —Sentenció, llevándose el dorso de la mano a la cara —Tampoco es que tenga oportunidad con Léon...

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Alice, ¿si tú fueras hombre te fijarías en alguien como yo? —Conforme hablaba se sentía más desanimada. 

Nunca pensó que detestaría su físico, su carencia femenina. En el pasado eso había sido perfecto para desempeñar su papel como Adrian, pero ahora lo detestaba con creces.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora