XIV • Es amor

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Echaba chispas. Resplandecia a causa de la tan inmensa felicidad que en ella residía.  Sus labios se extendían ocupando casi todo su rostro en su plenitud.

Detalles, gestos, incluso el hoyuelo que en su barbilla se formaba al sonreír con su aire tímido.  Alice no se saltaba ningún detalle sobre su nuevo plan amoroso.

-Quisiera que le conocieran.

Adrien no había dejado de estornudar y temblaba como una caña de bambú bajo su grueso abrigo polar. Tenía fiebre, eso lo había sabido desde buena mañana, pero no quería faltar a los exámenes, según el se le olvidaría todo si no lo realizaba todo. Era un abnegado para lo todo que implicaba estudiar, así había confesado sin ningún un apéndice de pena.

El grupo de tres, Léon incluido, charlaban en el comedor escolar, un interior congelado carente de estufas o cualquier otro aparato que les abrigara. Casi todos los estudiantes estaban embutidos en sus abrigos e incluso había otros que tenían sus bufandas y guantas.

Léon no podía cuán miserables eran aquellas instituciones, todo para ahorrarse un dinero que políticos corruptos invertían en su bolsillo.

-Ya le conocemos -Soltó Adrien sonriendo con sus mofletes enrojecidos por su enfermedad. 

-Adrien, eres un tonto - Dijo con sus labios rosados formando una sonrisa - Chicos, realmente quiero que conozcáis derecho al hombre de mi vida.

-¡Uauh!

Adrien fingió que perdía el control de su cuerpo y se arrojó al suelo, como si la noticia fuera lo más impactante que alguna vez hubiera escuchado.

-El amor de su vida -Pronunció pausadamente cada una de las palabras que formaban aquella frase, al tiempo que abandonaba la frialdad del suelo - Vida - Repitió la última palabra como si fuera un disco rayado.

-Hablo en serio - Alice optó por una expresión seria - Jamás me había sentido de este modo - Se llevó la mano al pecho, a aquella zona donde los palpidos no se habían detenido desde aquel día. 

El día en que lo conoció.

Léon no aportaba nada a la conversación, únicamente comía la grata merienda que Emma había hecho para él.

-No.

Léon pretendía aprender a cocinar, a cuidar de sí mismo, pero Emma no le permitió que tocara nada de la cocina, ni del aseo del hogar.

-Emma, ya no trabajas para nosotros - Le regañó la mayor de los Boulogne, parándose tras las baldosas que dividían la cocina del comedor..

-Mi madre tiene razón, Emma.

Léon tomó el paquete del café y se dispuso a llenar el filtro de la máquina, pero Emma se lo arrancó de la mano.

-Pero quisiera seguir sirviéndole el café y la comida.

Quizás la mujer se dejaba llevar por sus sentimientos hacia Léon y quizás por eso mismo era tan amable con el resto de la familia.  No esperaba nada a cambio, y mucho menos que algo pudiera acontecer entre ellos, pero lo mínimo que deseaba era poder seguir cuidando de él hasta el día en que éste dejara de residir en su morada, pero no solo de Léon, de la familia Boulogne.

-Como decía, quiero que salgan con nosotros. 

-¿Con "nosotros"? Define ese nosotros.

Era evidente a lo que se refería Adrien. No estaba dispuesto a asistir a una cita grupal de esas. No estaba hecho para aquellos ambientes ni para soportar a aquellas personas sin cerebro; y sí lo tenían era tan minúsculo como un mosquito.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora