IX • Plan de conquista

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-La familia Boulogne, descendientes de la antigua nobleza, pierden todo su patrimonio. Ahora, Bernardo Brown, es dueño de todo y reside en la antigua mansión de la familia. Bernardo Brown, dueño de la marca Embellece; productos de belleza y moda, no ha perdido el tiempo a la hora de compartir su triunfo en redes sociales.

Jamás habría buscado saber de noticias. Era predecible que su apellido figurara en el encabezado de varios periódicos, así como revistas. Tal información no podía pasar desapercibida, pero los Boulogne no habían buscado cualquier tipo de información e incluso evitaban encender la televisión o radio. No eran débiles, aceptarían la realidad tantas veces como fuera dictada, pero no eran masoquistas y como toda persona humana no pretendían hurgar adrede en la herida.

Pero Ariel, una muchacha con aparentemente nada de sentimiento, leía la noticia sin ningún tipo de reparo, allí sentada junto a él.

Ni la noticia ni las fotos influían en él de un modo negativo, pero lo que sí le molestaba era el sonido del chicle que Bestia masticaba. El olor a fresa artificial le causaba un malestar, sumándole la abrumadora cercanía que existía entre ellos. Salvo esos dos importantes puntos, el exceso de pierna a la vista también era otro factor en tener en cuenta. No soportaba a las exhibicionistas y Bestia era experta a la hora de casi exhibir la ropa interior y lucir un tremendo escote que era imposible de ignorar dada la inmensidad de sus senos.

-¿Este es tu padre? - Señaló la foto de un hombre de perfecta sonrisa y traje elegante que estaba a un lado de la noticia.

Léon asintió sin pensarlo, aunque se quedó pensando en aquel hombre; su padre. Todavía no había dado señales de vida. Quizás la vergüenza de haberlo perdido todo era la razón. Él era un Boulogne fracasado y en su opinión ya no merecía llevar el apellido. Su madre había cometido un error al desposar a aquel hombre. Él también procedía de una familia decente, pero no estaba a la altura de los Boulogne.

No. Negó en su subsconciente. Antes de juzgarlo necesitaba escuchar de su boca el motivo de su inigualable descuido. Obviamente no iba a aceptar cualquier estupidez.

-No se parecen en nada - Comentó Bestia haciendo una mueca deprobatoria y agujereó el papel, justo en la cabeza de su padre - Seguro heredaste la belleza de tu madre.

-Efectivamente, todo el parentesco es por parte de mi madre - Asintió, desviando la mirada en otra dirección - Debería irse, la clase ya está a punto de iniciar.

-¡No voy a ir a clases! - Se agarró del brazo del noble, arrimando también su voluminoso pecho - Y dime, ¿Cuándo me presentas a tu mamá? ¿Tienes hermanos?

Quizás otro en su lugar se estaría derritiendo por el íntimo contacto que ella establecía, y efectivamente, Léon también padecía esa sensación, pero no lo sentía del mismo modo. Se estaba derritiendo pero del desagrado. Aquella muchacha no podía ser más vulgar. Cada cinco minutos cambiaba el cruce de piernas con todo descuido, permitiendo que varios de los alumnos vieran su ropa interior, unas braguitas color vino que por desgracia Léon también había visto y eso aconteció cuando ella se lanzó en el asiento de Piercing. En ese momento la falda roja voló y dejó las braguitas a vista de todos.

-No tengo interés en compartir dicha información con usted.

No la miraba. Le hablaba, pero no la miraba.

-Bueno, supongo que encuentro algo por internet.

En ese entonces, León tuvo la necesidad de verificar si efectivamente iba a pesquisar la información.

Apoyada con los codos en el respaldo de la silla, Bestia se centraba en la pantalla de su celular con pantalla quebrada, era un milagro que la tinta no se hubiera derramado.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora