XXII ▪︎ ¿Quién eres?

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-¿Adrien?

El deportista vio con un interrogante a sus dos amigos, los cuales compartían una faceta de preocupación.

-¿Sucede algo? - Cuestionó él, viendo a uno y al otro consecuentemente.

-¿Qué es esto? - Léon alzó su mano manchada. 

Y entonces hubo un cambio fatal en el rostro del muchacho, uno difícil de explicar, pero que parecía detonar el más profundo de los horrores. No era para nada la expresión con la que esperaba toparse.

-Ni idea... No sé qué es eso. Ya lávate la mano, Léon...

Adrien se veía sumamente distinto a lo cotidiano. Un extraño temblor se había originado en su cuerpo. No apartaba la mirada de aquella mancha rojiza que misteriosamente había aparecido en la mano de Léon.

-¿Estás seguro que te sientes bien? - Alice se paró junto a su amigo, viendo el mismo punto que tanto a él le había atrapado - Léon, ¿seguro no te hiciste daño?

-Completamete seguro de ello - Afimó Léon con suma seriedad, también fijo en la mancha de sangre reseca que descansaba en su mano.

-Tanto drama por una mancha de sangre... ¡Ya lávate la mano!

Adrien agarró a Léon del brazo y lo hostigó a que entrara en el baño, pero el joven no se vio. Sus pupilas ahora parecían más finas, fijas en Adrien como si fueran dos llaves idénticas que correspondían al candado de la mente del deportista, el cual en aquel instante era incapaz de sostener la mirada. 

-Léon, ¿sucede algo? - Cuestionó Alice movida por su silencio incógnito.  Se fijó en Adrien una vez más, esperando recibir algún tipo de respuesta, pero el muchacho tampoco le miraba a ella.

-Adrien nos está escondiendo algo.

No era una superstición, lo dijo como sí realmente lo supiera con absoluta certeza, una que se ganó toda atención de Alice, así como suma curiosidad.

-¿En serio? - Dirigió su sonrisa a su amigo, el basquetbolista, esperando que él lo negara o afirmara directamente.

Estaba incómodo, las finas pupilas de Léon le ponían de lo más nervioso, pero él no era el principal motivo de su estado de nervios, había un punto más primordial. 

-Es cierto, no me siento bien - Acabó por aceptar, soltando un vago suspiro de derrota - Tendré que quedarme un rato más acá, así que podéis iros, mi hermana me acompañará a casa, ya le he avisado.

Léon no tenía conocimiento de que su amigo tuviera una hermana, aunque a decir verdad no hablaban mucho sobre ello, eran más temas triviales y el noviazgo de Alice con Alexandre lo que hacia partes de sus conversaciones, olvidando a Ariel y a su fin de problemas.

-¿No te vas a lavar la mano?

¿Por qué insistía tanto? Notó Léon. El muchacho no le quitaba ojo a la mancha de sangre, la que de algún modo parecía incomodarle.

-Claro.

Léon abordó el baño y se enjabonó las manos con el jabón a olor a frutos tropicales, después de las secó con un pañuelo de tejido que siempre llevaba consigo.

Fue con un alivio tremendo con el que se encontró en el rostro de su amigo. Era como si le hubieran quitado un gran peso de encima.

-Buenas tardes.

Al girar el rostro, todos se toparon con una chica, una que... Compartía rostro con Adrien. Eran la misma cara de una moneda, salvo por el largo cabello que cubría la mitad de su espalda.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora