XLIX • Celebración

46 9 7
                                    

¿Divertirse? Parecía una tarea difícil cuando lo tenía a él, tan cerca. Detestaba aquella sensación de querer encogerse todo el tiempo, mas no podía evitarlo, tenía a Léon calado hasta lo más profundo de su ser. Había decidido dejar de amarle, buscar aquella amistad de antaño, aquella paz que le proporcionaba su compañía, mas era imposible, conforme el tiempo transcurría su corazón latía de un modo más anormal.

-¿Tienes vertigo?

Léon la miraba atentamente, provocando un mayor desequilibrio en su interior.

-No... De ninguna manera -Negó, frotándose el antebrazo con ansiedad. Ya no era capaz de mirarle a los ojos.

-No necesitas forzarte. Puedes ser sincera conmigo.

Interpretó aquella acción como un signo de miedo.

-No me estoy forzando de ninguna manera, ya he subido mil veces a todas las atracciones de este parque. Te contaré algo, mi hermano antes les tenía pánico, pero después que yo le obligara a subirse mil veces, perdió el miedo -Relató con cierto orgullo, cruzándose de brazos -Yo he sido siempre la más aventurera.

Una cálida sonrisa surgió en los labios ajenos, encantado con el entusiasmo de la joven.

-De acuerdo. En ese caso, dejaré que tú seas la guía.

Léon no sabía lo que había acabado de hacer, hasta que la chica le fue arrastrando de un lado a otro, haciendo que se subiera a las atracciones más locas del parque, esas en las que parece que el viento arrancará el corazón de uno. No es que tuviera miedo, tampoco era víctima del vértigo, pero tenía que reconocer que tras tanto trote la cabeza parecía que le iba a explotar. Habían sido cinco atracciones de pura adrenalina.

-¿Léon? -La chica se asustó cuando vio al muchacho cayendo tambaleante en un banco. Se acercó sumamente preocupada -¿Estás bien? Lo siento, exageré...

Se había dejado llevar por la niña alocada que guardaba en su interior para apenas ocasiones como aquella.

-No, apenas es un pequeño mareo -Tenía un suave matiz blanco sobre su piel y en sus ojos halló cierta perdición. Su cuerpo no parecía ir acorde con sus mandados.

-Te traeré una Coca Cola.

-No...

Melanie se fue antes de que él pudiera negarlo. Nunca había ingerido un trago de ese refresco por los químicos que ésta contenía.

Cuando Melanie regresó con la lata de refresco, se le hizo difícil rechazarla, especialmente por el apuro de preocupación que traía en su rostro.

-Te lo agradezco.

Tiró de la pestaña del refresco y consumió por primera vez de aquella bebida. Al principio le pareció desagradable, pero conforme fue tragando, le halló su atractivo y no le pareció extraño que a los jóvenes les gustara tanto. Sin embargo, la sensación del gas en su organismo se le hizo desagradable.

La chica depositó una mano en la cabeza de su amigo y le brindó de suaves caricias.

-Gracias, Melanie, eres muy amable.

-¿Eh?...

En su preocupación se acercó, le tocó, mas cuando fue consciente de todo, su rostro se volvió rojizo. Retrocedió torpemente, sumamente apenada.

-No... Fue mi culpa, así que....

-¿Sucede algo? ¿Es posible que esté sudando? -Se tocó el cabello con cierta mueca de desagrado al creer que esa era la razón por la que la chica se alejara.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora