I • Por siempre

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En cuanto León se reunió con Matías en la amplia sala de espera de la mansión, percibió en su rostro una emoción especial, además de un estado de nerviosismo que le hacía sacudir la pierna derecha de forma constante.

—¡León!

En cuanto le vio, Matías se alzó de la cómoda butaca, corrió hasta él y le tomó las manos.

Nunca lo había visto tan emocionado.

—¿Qué sucede, Matías? —cuestionó el noble, mientras con un gesto le indicaba que tomara asiento.

—¡Hoy terminé mis prácticas en el hospital! Es oficial, ¡soy pediatra!

Era increíble. Quien hubiera conocido a Matías en sus años de estudiante, nunca habría dado nada por él.

—¡Felicidades! —León depositó la mano en su espalda, sin duda muy contento por su logro.

—¡Sin ti nunca lo habría conseguido! —Matías no pudo contener las lágrimas y se echó a llorar en los brazos de su amigo —¡Muchas gracias, Mishu!

Sin su apoyo financiero y sus enseñanzas, no habría conseguido llegar tan alto. Incluso sus padres, los que habían desistido de él en aquella época, le habían felicitado y le habían dicho que estaban muy orgullosos. Conocer a León le había cambiado la vida de forma radical.

—No tienes que agradecerme. Matías, yo doy todo por la gente que aprecio —León no podía borrar la sonrisa de los labios, porque aquella noticia ameritaba sentirse feliz.

Matías se alejó y comenzó a limpiarse el rostro, conforme asintió varias veces, demasiado emocionado con sus logros y por la hermosa amistad que había logrado construir con el noble.

Él le ayudó mucho en distintas ocasiones.

—¡Muchas gracias, tío! –Matías alzó a León, y dio una vuelta entera cargándolo, lo máximo que pudo —¡Ay, estoy muy nervioso!

—No te preocupes, estoy seguro que harás bien tu trabajo —le tranquilizó León.

—No es por eso, es porque... Hace tiempo que me propuse a mí mismo, que esperaría a completar mis estudios, para pedirle a Ariel que se case conmigo.

A León la noticia le sorprendió con creces. Nunca imaginó que Matías pensara en formalizar su relación.

—Me alegra mucho que hayas tomado esa decisión.

—Sí, pero, ¿acaso crees que me acepte? —Matías se notaba temeroso —Sé que lleva años conmigo, pero también soy consciente de que sigues significando mucho para ella.

—Ariel ya no piensa en mí de ese modo —dijo totalmente convencido —Su aprecio hacia mí, es el mismo que siente una chica por su ídolo.

—No sé —Matías cruzó los brazos, dubitativo.

—Matías, no deberías dejar amedrentarte por tus miedos —le aconsejó, depositando una mano sobre su hombro derecho.

—¡Tienes razón! —Matías se dio dos palmadas en el rostro, para espabilizarse —¡Voy a ir con todo! En cuanta regrese, ¡voy a pedírselo!

***

—"Despacito
Quiero respirar tu cuello, despacito
Deja que te diga cosas al oído
Para que te acuerdes si no estás conmigo".

Ariel acompañaba la voz del cantante con mucho ritmo, mientras daba golpecitos en el volante del camión frigorífico. Conducía por la autopista, y aunque tenía el aire acondicionado a tope, el sol le estaba fulminando las córneas, porque se había olvidado sus gafas solares en el último restaurante donde paró para comer.

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora