XV • Un secreto

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—¡Es increíble lo tanto que me llamáis ahora! ¡Antes ni os acordabáis de que existía!

Ariel, recién salía del baño, secándose el cabello con una toalla, cuando escuchó a su prometido hablando en mal tono por teléfono. Desde la puerta, vio su expresión alterada, mientras sacudía una de las manos con rabia, caminando de los pies de la cama hasta la pared, y así sucesivamente.

Era la primera vez que lo veía así.

—¡Sabía que no era buena idea responderos!

Tras finalizar la llamada, soltó un largo suspiro y se frotó los ojos con los pulgares, tratando de relajarse.

—¿Quién era que te alteró de esa manera?

Noun miró a su novia con cierto aire incómodo, como si le estuviera ocultando algo.

—Era mi hermano mayor —respondió con cierto cansancio y se sentó en la cama.

—¡Vaya, así que tienes un hermano! —Ariel esbozó una amplia sonrisa, emocionada con la idea de conocerlo —Supongo que lo invitarás a nuestra boda.

—No, no lo invitaré, porque solo nos causaría problemas.

—¿Eh? —Ariel se sentó junto a él y miró confusa y también curiosa —¿y eso por qué? ¿Acaso crees que no le caeré bien?

—Ariel, no se trata de nada de eso —le acarició el rostro, en un intento por borrar el gesto triste que Ariel le mostró, y le miró con ternura —No tiene nada que ver contigo, es solo que mis hermanos y yo no estamos en buenos términos.

—¿Hermanos? ¿Tienes más hermanos?

A Ariel se le hacía bastante extraño que Noun no le hubiera hablado de ellos.

—Sí, una hermana dos años mayor que yo, pero hace ya seis años que no nos vemos y apenas cruzamos un par de mensajes.

—¿Acaso pelearon o algo así? —quiso saber Ariel, sufriendo a causa del dolor dibujado en los ojos claros de su prometido.

—No, —negó — siempre nos llevamos bien, pero después de que se fueron de casa y se casaron, dejaron de mantenerse en contacto conmigo y con el abuelo.

—¿Y por qué razón ahora te contactan tanto?

Noun la miró en silencio por un largo instante, como si estuviera decidiendo si debería decirle o no, actitud que hirió a Ariel.

—¿Qué pasa? ¿Acaso no confías en mí? —no pudo ocultar la tristeza que le causó dicha desconfianza.

—No, no se trata de eso, Ariel —se apresuró en negar y le tomó las manos, estrechándolas con fuerza —Sí confío en ti, es solo que... —desvió la mirada por un instante, y solo después de morderse el interior de la mejilla, volvió a mirarla —tengo que confesarte que, cuando nos conocimos, estaba huyendo de mis hermanos, porque, mi abuelo, después de fallecer, me heredó todo únicamente a mí, porque yo fui el único que cuidó de él hasta el final.

—Ah, ósea que ahora tus hermanos quieren que repartas los ahorros de tu abuelo. Hay que ver lo ratas que pueden llegar a ser las personas, por unos cochinos diez mil euros o menos, se arrancan los ojos.

—No son apenas diez mil euros... Es mucho más que eso. Ariel, mi abuelo me dejo varias propiedades y una cantidad desorbitada de dinero —confesó Noun, sin saber que cara poner por lo incómodo que se sentía por haber omitido aquella verdad hasta aquel momento.

—¿Qué?... —Ariel parpadeó de forma exagerada. Tenía la sensación de que le hubieran dado un tremendo golpe en la cabeza —Noun, ¿me estás vacilando?

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora