LI • Roto

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El evento se produjo lento, tremendamente cálido.  Melanie permaneció con los párpados sellados, apenas saboreando la calidez que el ajeno le ofrecía.  Se sintió oprimida entre sus brazos.

—Léon... —Susurró su nombre, perdiéndose en delirios, en aquel bonito sueño que se había transferido a la realidad. 

—Melanie —Léon se alejó apenas lo suficiente para que pudieran hablar, para que sus ojos pudieran contemplarse —Creo saber tu respuesta, pero quisiera escucharla de tus labios.  ¿Deseas una vida a mi lado?

Era verdadera emoción lo que se movía en sus ojos azules. No era una broma, tampoco un sueño. Era Léon el que le estaba pidiendo tan magnífica ilusión.  A ella. A una chica tan ordinaria como ella.

—Sí... Por supuesto que sí —Susurró entre vastas cantidades de lágrimas. 

Estremeció al sentir el frío del oro incrustándose en su dedo, y sonrió, débilmente sonrió.  Sentía que iba a desfallecer, que su corazón no iba a soportar tanta felicidad venida de golpe.

Después, aconteció de nuevo. Sus labios volvieron a fundirse, a complementarse un ratito más, hasta que Léon se alejó, manteniendo en sus labios una vivaz sonrisa que ocupaba todo su rostro.

—Pero... Léon —Le tomó de su camisa por la zona del abdomen, todavía incapaz de acreditar en tan hermosa visión —No entiendo... ¿Desde cuándo comenzaste a quererme? Yo... Nunca sentí ese sentimiento por tu parte...

—Fue en aquel entonces, cuando me pediste fingir ser tu novio. No —Negó, sintiendo que mentía —Fue cuando fue interceptado por el as del equipo de baloncesto, cuando él me preguntó si realmente te quería.  Entonces, supe que no quería que estuvieras con alguien más, que esa imagen sería desgarradora para mí.

Melanie no podía dar crédito a lo que escuchaba.  Seguía siendo todo demasiado irreal. Léon no podía quererla de esa manera. Él debería de querer a alguien más parecida a una princesa, alguien como Esmeralda. Ella sí era la candidata perfecta para ser su esposa.

—Pero... Nunca me dijiste nada... —Murmuró, transfiriendo su miedo a sus manos. Seguía creyendo ser víctima de un sueño. Temía despertar.

—Quise hacerlo, mas primero necesitaba saber si mis sentimientos eran correspondidos, y aunque nunca deseé escucharlo de otros labios que no fueran los tuyos, Alice fue la que me dijo de ti —Apretó suavemente sus manos. Léon volvía a sonreír dulcemente y en sus mejillas podía avistarse un pequeño rasgo de rojez.

—¿Alice?...

Jamás creyó que le estaría tan agradecida.  Aunque tenía también ciertas ganas de estrangularla. Todo habría podido salir mal y con ello habría perdido la amistad que tenía con Léon. 

—Sí, me lo dijo unos días antes del final del año escolar —Confesó, acariciando suavemente las manos de la chica, todavía arrodillado, disfrutando de la visión del anillo en su dedo —Entonces, se me ocurrió que quedaramos apenas nosotros dos en el parque de atracciones, quise sorprenderte, así que decidí mentir.

—¿Eh? Entonces... Lo del parque de atracciones fue tu idea... —Tragó duro. Jamás se había sentido tan avergonzada.

—Así es, sobre la rueda de la fortuna, quise pedirte ser mi futura esposa —Enlazó sus dedos, confortando más el corazón de la chica. Viéndola con suma ilusión, emoción y felicidad.

—Ah... Lo siento, por mi torpeza te arruiné todos los planes...

—No importa, no necesitaba el escenario perfecto, apenas ansiaba decírtelo. 

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora