XLVI • Mi todo

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Hey, mirame una vez más. No quise hacerte daño. Jamás querría lastimarte, porque yo...

Aquellas palabras murieron en su boca, antes de ser pronunciadas. Una triste sonrisa, que se le antojó falsa, surgió en los labios ajenos, acompañadas de un "estoy bien".

Mentira. Le recriminó de inmediato, enfadándose. Le dijo cosas que nunca quiso decir, pero sí llegó a pensar. No eran insultos, ni palabras que le parecieran injustas. Se las merecía. Mas aún así al terminar sintió un mal sabor de boca.

-¿Ves? Es lo mejor.

Aquellas fueron sus últimas palabras. No sonrió más. Apenas se fue y ya.

Y realmente ya estaba. Ya no...

-¿Alicia?

La joven se arrojó a los brazos de Melanie en cuanto ésta abrió la puerta de su apartamento y finalmente desató a llorar. Había estado conteniéndose hasta allí, fingiendo estar bien, pero ya no pudo más. Siquiera fue capaz de saludarla. De explicarle el porqué de su repentina llamada. A decir verdad, no quería hablar del asunto. No quería hurgar en la herida. Apenas deseaba apagar los recuerdos. El sabor de sus labios. Las tantas veces que dijo amarla. Las veces en que se sintió rechazada...

-Alice, ¿qué ocurrió?

-Hemos terminado... Él... Me dejó -Murmuró la pelirrojada, aferrada al vestido de la chica.

-Ah, tranquila -Sintió la mano ajena sobre su hombro -Estoy segura que tiene solución. No es la primera vez que rompen...

Alicia vino sabiendo eso. Su llanto no iba a ser alarmante cuando le dijera lo ocurrido. Que rompieran era lo más normal del mundo y también que lo arreglaran. Que volvieran a ser novios...

-No... No es como las otras veces... Realmente me ha dejado... Me lo dijo, ya no quiere estar conmigo... -Se lamentó, arrugando el labio inferior. Le agobiaban las lágrimas, el dolor en su corazón, su ausencia...

-Alice, tranquila... Ah, ya verás que...

-¡Se va a ir! ¡Se va a alejar de mí! -Gritó, alejándose de ella, viéndola con el rostro abarrotado por las lágrimas.

Melanie había visto a su amiga sufriendo antes por Alexander, mas nunca tanto como en aquella ocasión. En sus ojos parecía ver su corazón roto en mil pedazos. Parecía que fuera a perecer en cualquier instante.

-¿Se va? ¿A dónde?

-¡A España a vivir con su abuela! ¡No tenía que irse, pero lo hizo por mí! ¡Me dijo claramente que no quiere verme! -Sus palabras salieron a gritos, de su agónico corazón. Apenas podía sostenerse sobre sus piernas. Alexander le había arrebatado el oxígeno. Le había dado un golpe mortal.

Melanie no supo qué decir. En aquella ocasión sintió que decirle fuera lo que fuera sería inútil. No había nada que pudiera apagar su dolor. Ni el abrazo que decidió darle. El que Alice sintió frío, pero al que se aferró de todas formas.

-Ven, vayamos a mi habitación.

No quería que nadie la viera en aquella situación, que la molestaran con sus ojos interrogantes. Así que le dio refugio, y allí la dejó llorar durante cuanto tiempo necesitó.

Su mano permaneció en constante movimiento, sobre su cabeza, dándole lo único que era capaz de otorgarle, esperando que de alguna manera el dolor se desvaneciera hasta ser controlable.

-Lo siento...

Se levantó taciturna, con los ojos muertos, viendo a un vacío que apenas existía ante su mirada. La vivaz Alice había desaparecido. Alexander la había asesinado. Podía parecer injusto, mas detestaba a aquel chico. Había dañado tanto a su amiga desde que hubieran comenzado a salir...

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora