Tengo que irme, quedé de ayudar a mi madre.
Esa fue con la excusa que abandonó la morada de Léon el día anterior. Desde entonces su corazón dolía, como si hubiera sufrido de un golpe en el pecho. No lograba pensar en algo más que no fuera en aquella chica y su cercanía con el chico. La veía distinto, con más comodidad. Nunca le había visto poner aquella mirada, nunca había conversado con alguien con tanta confianza, siquiera con su madre o hermana.
Había ido a trotar, visto la televisión, navegado por internet, leído un libro, pero nada, por más vueltas que diera no podía quitarse de la cabeza la imagen de Léon y la chica abrazándose.
Apoyó la espalda en el respaldo de la cama. Entonces dio por ella viéndose las piernas, las que según su punto de vista se veían esbeltas. Se sintió un tanto bonita, hasta que se llevó las manos al cabello, el que tenía excesivamente corto, tal y como lo llevaría un chico, y no era precisamente por haberse querido pasar por su hermano. A ella nunca le había gustado el cabello largo, le parecía sumamente agobiante, pero... Cuando sus ojos se toparon con los hermosos cabellos negros de la chica, su corazón se retorció. La envidió. Aunque mayor objetivo de su envidia eran los increíbles esmeraldas que reinaban en su rostro. Tenía una mirada tan dulce, tan educada. Estaba segura que su vestido no le sentaría nada bien.
Se levantó de la cama, ofuscada por sus oscuros pensamientos y entonces dio con su reflejo en el espejo. La desilusión se dibujó en el cristal.
-No le llego ni a los talones.
Desesperada, comenzó a dar vueltas en sus talones, buscando un punto más atractivo que el de la chica, buscando alguna excusa para equiparse, pero nada halló.
-Si tuviera más pechos... -Se llevó las manos al vacío existente en su pecho. Se lo palpó, apenas percibiendo insignificantes bultos. Un insulto para una chica. Razón para sentirse insignificante -Siquiera tengo trasero... -Se lamentó, alzando su bombis en un intento de parecer que tenía más, pero aún así logró algo atractivo.
Continuó poniéndose pegas, añadiendo miles de defectos sobre su persona, hasta que un click se produjo en su cerebro.
-¿Y por qué debería importarme? -Se cuestionó a sí misma, serenándose -Léon es tan sólo un muy buen amigo -Asintió, trazando una pequeña sonrisa -Me da igual si le parezco atractiva o no. Además, él me dijo que era boni... ¡Da igual! -Se golpeó las mejillas con la palma de las manos, deseando regresar a ser ella, la Melanie que apenas de preocupaba con el baloncesto.
Entonces, recordó su día de despedida, las miradas tristes de su compañeros, del as del equipo, de la pequeña fiesta que le habían organizado sin haberlo planeado, de sus abrazos afectuosos... Ahora, ya no sería capaz de jugar con ellos. No lamentaba haberle cedido a su hermano el nombre que le correspondía, pero no podía negar que extrañaba aquella vida. Si tan sólo pudiera regresar al pasado, estaría encantada de revivir cada uno de esos instantes.
Tomó el balón que estaba en una cesta y regresó con ella a la cama. La abrazó fuerte, mientras sentía la presencia de una lágrima recorriendo su mejilla derecha.
Y para todo aquello seguía aquella imagen de su amigo junto a la noble. Por más que insistiera que era tan sólo un bien amigo, su corazón seguía escociendo, no compartiendo su mismo pensar.
》Tú estás interesada en Léon
Las palabras de Ariel golpearon su mente, perturbaron más su agónico corazón, provocando que se encogiera, buscando huir de la posible verdad que existía en aquellas palabras.
-No quiero... No quiero amar a Léon... -Murmuró, negando con insistencia, repitiendo las mismas palabras, apretando los párpados, reprimiendo aquella constante imagen que afloraba.
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Coleccionista de desastres [Completa]
RomanceLéon Boulogne es un joven que desciende de una familia noble y que se mantiene en la actualidad. Su familia goza de respeto y de riqueza, pero una noche se entera, de la peor manera, que lo han perdido todo, por lo que se ven obligados a abandonar l...