I • León Boulogne

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León Boulogne es un joven refinado que desciende de un largo linaje de antiguos nobles franceses. Dicha nobleza ha sobrevivido a los cambios que se han presentado a lo largo de los años y se sigue conservando en la actualidad; y la educación no era una excepción. Gracias a las exigencias de sus padres respecto a moldear su comportamiento, León actuaba como uno de esos nobles recatados que salían retratados en antiguos retratos y escritos.

Era una fantasía para cualquier muchacha enamorada de dicha literatura.

Las miradas más vulgares, creían que tanto él como su familia, actuaban de un modo que rayaba lo exagerado e incluso lo veían bochornoso, pero León no tenía cualquier tipo de conexión con esas personas, pues desde un principio les había cerrado la puerta.

Era con orgullo, que León empinaba la nariz cuando el apellido de su familia era citado a través de un libro histórico, y era con ese mismo sentimiento que enfrentaba la mirada de sus compañeros; jóvenes que tenían la cartera abarrotada de dinero y podían comprar lo que quisieran, excepto algo que él poseía desde su nacimiento: la descendencia noble.

Dicho noble, se hallaba aquella noche rodeado por varios de sus compañeros, disfrutando de una fiesta amena que se celebrara en el inmenso jardín que rodeaba la histórica mansión; propiedad que había recibido ya varias reformas, pero sin modificarla.

El canto suave del violín flotaba en el ambiente en compañía de su amigo, el piano. Algunos personajes danzaban con lentitud, mientras otros chocaban sus copas, deseándole lo mejor al cumpleañero.

El manjar, el clima, la compañía, la música, el lugar. Aquel era un local idílico para León.

—Felicidades.

Tras el líquido naranja que se mecía en el interior de una copa de cristal, se podía apreciar una mirada penetrante de un azul intenso y unas pupilas tan finas como las de un felino.

Aquellos increíbles ojos, destacaban a la mitad de aquel rostro níveo, y su cabellera de un negro intenso, lo hacía ver como un auténtico felino que asechaba en la oscuridad.

En toda Francia, no existía una mirada que pudiera equipararse a la de León Boulogne.

—Gracias, Esmeralda —agradeció, cerrando sus párpados en una breve inclinación.

La joven compuso una dócil sonrisa que hizo resplandecer aún más el esmeralda de su mirada.

Cuando León se inclinó para depositar un delicado beso en su mejilla, no pudo evitar emitir una risa tranquila.

—Sabes que no hay necesidad de esas formalidades conmigo. Te lo he dicho cientos de veces.

—Me disculpo. Es la costumbre.

León no podía dejar de comportarse como todo un caballero, porque les tenía un grande afecto a sus raíces. Agradecía de todo corazón que sus padres lo hubieran educado de aquel modo. Nunca replicó sus exigencias, y tenía la intención de que sus enseñanzas se pasaran a sus hijos.

La joven de nombre Esmeralda, lucía un vestido color rosa pálido de lo más refinado, el que cubría del todo su pálida piel hasta sus piernas, dejando a la vista apenas las puntas blancas de su calzado. La prenda era abultada, por lo que ninguna curva se marcaba, alejando del todo la indecencia.

Asaltaba a la vista, que aquellos dos jóvenes eran los más refinados del lugar, y era por esa misma razón, que congeniaban tan bien.

— ¿Y bien?

León observó a su amiga con un aire interrogativo, esperando que se explicara.

—Ya has cumplido tus diecisiete años. ¿Pretendes por fin aceptar el futuro que te destina tu padre?

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora