VAN HELSING. Legacy.

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Inferno había sido derrotado, eso se pudo saber en el momento en que todos los monstruos en el mundo dejaron de comportarse de manera salvaje.

Pero el daño ya estaba hecho. Los humanos había perdido la fe en ellos.
Los pocos que convivían con monstruos terminaron odiándolos.

Hubo una guerra más allá de la isla.
Cada rincón en la tierra había batallas campales.
Muchos monstruos murieron, al igual que muchos humanos.

Ciudades fueron bandalizadas por el caos entre la guerra entre monstruos contra los humanos.

Los ejércitos de cada gobierno actuaron de inmediato. Fue un caos allá afuera.
Aunque solo duró unas horas, muchos pensaron que el fin de los tiempos había llegado.

Pero al final, los pocos monstruos que sobrevivieron, regresaron a sus escondrijos, pero los que no... terminaron siendo capturados o muertos.

En la isla, Ericka estaba triste porque no encontraba a sus padres.

— demos por hecho que ya no están —
— no digas eso mi cachetitos — Drac quería levantarle el ánimo, pero no lo estaba logrando.

El sol empezaba a aclarar más.

— debemos regresar al palacio Drac. El sol pronto caerá y no quiero que te quemes. —

— no importa cielo. Primero debemos encontrarlos — le sonríe.

Ericka lo mira y le sonríe de igual forma, luego lo abraza.

Siguen caminado por un par de minutos más aproximadamente, hasta que Drac logra escuchar algo.

— Eri... creó que puedo escuchar algo por allá — le señala el lugar.

— ¡vamos! — Ericka empieza a caminar un poco más rápido, pero con mucho cuidado, pues aún siente dolor en su pierna.

Al llegar Ericka puede escuchar un quejido, pero no sabe quien sea.
Ambos ven a alguien en el piso tirado boca abajo.

Se acercan, tiene algo de tierra y piedras encima, pero nada grave.

Al estar más cerca pudieron ver de quien se trataba, era su padre.

— papá... ¡padre! — Ericka está feliz.

Con sus manos empieza a quitarle las rocas y tierra.

William tose por haber inhalado y tragado algo de tierra.
Ericka lo ayuda a incorporarse.

El aspecto de William era uno muy diferente. No llevaba ropa en la parte de arriba y solo estaba con un pantalón desgarrado. En su torso podían verse heridas superficiales y otras un tanto profundas.

Cuando Ericka lo tuvo de frente una vez que lo ayudó a ponerse de pie, vio el rostro de su padre.
Había obtenido una barba, su cabello había cambiado un poco, podía notar que tenía canas. Y su rostro había envejecido.
Ahora tenía el aspecto que debió tener, un hombre de 75 años.

— ¿padre? — Parecía sorprendida.
— no me digas... me volví un anciano. — río irónico para luego agarrarse el ojo izquierdo.
— ¿está bien suegrito? —
— si... o eso creo. —

Ericka lo tomó del rostro para obsérvalo mejor.

— ¿puedes abrir tu párpado izquierdo? —
A lo qué William negó con la cabeza.

— es posible que esté lastimado. Es posible ya que estuve en el radio de afectación del ataque. —

Ericka coloca su brazo por sobre su hombro y lo ayuda a apoyarse.

— ¿y mamá? — Pregunta preocupada, no quería saber la respuesta.

Su padre la miró y solo negó con la cabeza.