Capítulo 4

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―¿Hayley? ― pronunció Emma pasando su mano por delante de mis ojos―. ¿Me estás escuchando?

―Sí...― respondí. Había pasado varias horas desde que el desconocido me envió el último mensaje.

Aunque intenté descansar y olvidarlo, no dejaba de pensar en eso y no había podido dormir, ¿Por qué de los Davis? Y lo más importante, ¿quién me había enviado los mensajes?

Y ahora me encontraba en el comedor junto a Emma, esperando el desayuno mientras ella me contaba algo sobre Adrián.

Minutos después, el timbre de la puerta sonó. ―Yo voy― dijo ella levantándose de la silla, se miró en el espejo que se encontraba en la sala y se dirigió a la puerta emocionada.

Antes de que el momento incómodo empezara, fui a la cocina por una taza de café.

―Buenos días, señorita Miller― me saludó Adrián.

Le regresé el saludo, venía acompañado de otro chico que traía nuestro desayuno, lo dejaron sobre la mesa y luego Emma y Adrián comenzaron a conversar, no sé de qué, pero aparentaba que sí. Lo que sí noté fue el interés que él tenía hacia mi mejor amiga.

―¿Verdad que están muy lindos los tulipanes? ―le preguntó Emma. Adrián asintió y ella continuó―Es un regalo que le hicieron a Hayley.

―No fue un regalo― reaccioné de manera abrupta, haciendo que ambos me miraran.

Estaba distraída pensando en quién podría ser la persona que me había enviado los mensajes y, aunque no estaba escuchando a Emma y Adrián, la palabra «tulipanes» fue un golpe a la realidad, sacándome de mis pensamientos.

―Se equivocaron de departamento―añadí rápidamente.

―¿Ah, sí? ―mi amiga levantó las cejas, asentí.

Emma acompañó a Adrián a la puerta y cuando regresó habló:

―Qué extraño que se equivocaran ―mencionó mirando los tulipanes―. Y si no eran para ti, ¿entonces para quién eran?

―Le pertenecen a la vecina de un lado, se los entregaré después― mentí con normalidad.

Emma frunció ligeramente el ceño. Como la conocía perfectamente, sabía que no me creía del todo, pero aun así no preguntó más. Cuando terminamos de desayunar, me dirigí a mi habitación, me bañé y opté por ponerme un pantalón de color beige y un suéter ajustado de color negro. Me maquillé un poco y me puse el labial de tono rojo que siempre usaba.

Tomé mis cosas y al salir Emma ya me estaba esperando. Salimos del edificio y encontré a Aarón en la acera apoyado en su auto. Al verme, una amplia sonrisa se formó en su rostro y luego se acercó.

―¿Listas para irse? ―preguntó cuando se detuvo frente a nosotras, con su mirada fija en mí.

Aunque no me agradaba la idea de que Aarón nos llevará a la universidad, era la única opción, ya que Lucas estaba ocupado, los taxis tardaban mucho y la clase de Emma empezaba antes que la mía, y si no nos íbamos en ese instante se le haría tarde. Además, quería recuperar mi collar.

―Supongo que sí.

Nos acercamos al auto y Aarón se dirigió a la puerta del copiloto, la abrió e hizo una señal con su mano para que subiera, luego abrió la puerta trasera para Emma. Después arrancó.

Vi hacia la ventana del auto, mientras que Emma reía de algo que Aarón había dicho. El cielo estaba nublado y las nubes densas, advirtiendo que se aproximaba una tormenta. Por suerte, llegamos más rápido que el día anterior. Al entrar a la universidad, noté que solo había pocas personas caminando por los pasillos, ya que aún era muy temprano.

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