Capítulo 11

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—¿Qué hacen aquí? —le susurré en el oído a la única persona que lo sabía todo. No era necesario decir más, ya que era obvio que me refería a la familia Davis.

—Ni yo lo sé—Alex contestó en voz baja. — Llegaron de repente.

Después de los abrazos, saludar, explicaciones y decirles a mis padres cuánto los extrañé, me encontraba alejada del resto junto con el señor Jones. Nuestras pláticas eran increíbles, porque siempre me mantenía al tanto de todo. Parecíamos dos amigas a las cuales les encanta el chisme.

—Por lo que veo, no te agradó mucho su llegada.

— ¿Cómo lo supiste? —solté una pequeña risa.

Vi cómo todas las miradas se dirigieron hacia una dirección,  Lucas y Lizbeth venían tomados de las manos. 

— ¿Quién es ella? —murmuró Alex para que sólo yo escuchara.

—Tu nueva nuera—traté de molestarlo.

Se empezó a reír como si le hubiera contado el mejor chiste, al ver que no hice lo mismo, habló—: ¿En serio? — Asentí. La expresión de Alex cambió por completo a una seria.

Rosé fue la primera en acercarse a ellos con una amplia sonrisa en su rostro, abrazó a su hijo y lo felicitó por su cumpleaños. Después lo miró, su cara transmitía un «¿Quién es ella?»

—Hola, Rosé, soy Lizbeth, novia de su hijo—. No se si fue la forma tan informal en la que habló o que le dijera que era la novia de su hijo, pero Rosé la miraba con cara de horrorizada. Emma y yo compartimos una mirada que, aunque no dijéramos nada, sabíamos lo que estaba pensando la otra.

Rosé le hizo una seña con los ojos a Alex—suerte—me burlé, me dedicó un mirada de pocos amigos y fue con su esposa.

—Es un placer conocerte, Lizbeth—Rosé fingía ser amable—El es mi esposo, Alex.

Lizbeth extendió su mano hacia él—mucho gusto—, pero él solo la miró y no hizo nada. Antes de darse la vuelta e irse, miró a Lucas y este lo siguió.

—¿Por qué mejor no pasamos? —Rosé trató de mejorar el momento.

Me senté en un sofá que estaba cerca de la ventana, ya que al parecer no nos iríamos pronto, porque Elizabeth, Rosé, y mi madre hablaban sin parar. Aarón apareció y se sentó junto a mí.

—Veo que ya conociste a Liz—mencionó.

—Prefiero no hablar de ella.

—¿Por qué? ¿No te agrada, Miller? —encendí mi teléfono ignorándolo—. Qué lástima, ya que tendrás que pasar el resto del fin de semana con ella.

—¿De qué hablas? —esperé que estuviera bromeando.

—¿No te enteraste? —negué—. Nuestras madres organizaron un campamento—hizo comillas con los dedos— para celebrar el cumpleaños de tu querido Lucas.

Esto no puede ser...

—¿En serio?

—Sí, porque crees que estamos aquí.

—Dime que estás mintiendo.

—Yo jamás te mentiría, Miller.

Y por desgracia, Aarón tenía razón; media hora después, nos estábamos preparando para irnos a la cabaña de los Jones que estaba cerca del lago.

—¿Estás bien, cariño? —me preguntó papá mientras subía mis cosas a su camioneta—. No pareces muy convencida de ir.

—Si lo estoy —mentí—, solo que estoy cansada y nadie me avisó que iríamos a la cabaña de los Jones.

Nuestro Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora