Capítulo 26

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Estaba sumida en la oscuridad de mi habitación, tirada sobre mi cama y mirando el techo, llevaba más de una hora así. Debido a los fallos técnicos, la entrevista terminó o esa fue la excusa que se dio a los que nos miraban. Emma descubrió lo que me pasaba, no literalmente, pero sabía que no estaba cómoda ahí. También se encargó de mi familia para que yo tuviera tiempo de pensar y "descansar" (cosa que era mentira, no pude ni cerrar los ojos desde que llegué al departamento). Había hecho una buena elección de mejor amiga, no la merecía.

A mi familia le di la más corta y la única excusa que se me ocurrió: era una broma, que esa persona solo buscaba molestar porque estaba ardido porque iría a la competencia. No me creyeron del todo, pero al menos sonaba lógico y creíble.

No sé qué me pasó, estaba tan confundida. Hace unas noches esos desconocidos habían venido a endulzarme el oído diciéndome que harían todo por protegerme, aún escuchaba sus voces en mi cabeza.

Le eché varios vistazos a mi teléfono. Algo dentro de mí quería que se contactara conmigo, saber qué pasó para que hiciera una tontería así. Froté mi cara con frustración. ¿De esta forma me iban a proteger?

Aunque claro, no les creí en lo absoluto, en este punto no se puede confiar en nadie, pero ¿por qué demonios decían algo y hacían otra cosa totalmente distinta? ¿Qué buscaban? ¿Asustarme? ¿Llamar mi atención y que no pudiera dejar de pensar en ellos? porque lo habían logrado los condenados, ¿o todo esto era para que no se me olvidara que siempre estarán ahí vigilándome...?

Casi caí de la cama cuando escuché dos golpes a la puerta, me puse una mano en el pecho, un día me iba a morir de un infarto.

—Hayley, voy a pasar—era la voz de mi madre, me incorporé sosteniéndome de mis codos. Vi su silueta, a su lado estaba la de mi abuela.

—¿Estabas dormida, querida?

—Sí —quise ver si con eso me dejaban sola, estaba segura de que me darían un sermón o me hablarían de algo muy serio.

—Lamentamos despertarte, pero desde tu entrenamiento queríamos hablar contigo de algo importante —era la segunda opción.

—¿Tiene que ser ahora?

—Sí —ambas me respondieron al mismo tiempo —. ¿Podemos encender las luces? — Primero las encendieron y luego preguntaron.

Apreté los ojos con la intensa luz, esperaba que lo que fueran a decir si fuera importante porque habían interrumpido el momento de mis teorías conspirativas.

—Entendemos que quieras descansar, pero nos gustaría...—se detuvo mi madre como si pensara en lo que estaba por decir—, que nos escuches antes de que sea tarde.

Asentí y les hice espacio para que se sentaran en la cama, lo hicieron, pero cerraron la puerta como si no quisieran que nadie más escuchara la conversación que tendríamos.

—Lo pensamos mucho—mencionó mi abuela—, pero ambas creemos que es mejor que lo sepas.

—¿Saber qué? —entendí por sus rostros que no venían a hablar de lo que había pasado.

—Nos tomó por sorpresa verte con Aarón y no creemos que él sea un buen partido —mis ojos se abrieron un poco más, ya tenían mi atención, ¿en serio acababan de decir eso? Notaron mi expresión. Quisieron arreglarlo —si tú eres feliz con él, nosotros también lo seremos, porque solo queremos lo mejor para ti —. Trataban de desviar el tema.

¿Por qué les costaba tanto decirlo? Y ahí venía él, pero—: Pero su familia son todos unos farsantes—fruncí el ceño, ya había escuchado eso antes. Se contradecían—no te estamos diciendo que él sea igual.

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