Capítulo 13

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El sol entraba por la ventana de mi habitación. ¿Qué había pasado? ¿Cuándo me había quedado dormida? ¿Había soñado lo que pasó? Pero si lo recordaba a la perfección, no podía ser un sueño. Tomé mi teléfono y vi la hora. Iba tarde al entrenamiento.

—¿Hayley? —habló Emma medio dormida en el pasillo—. ¿A dónde vas? 

—Voy tarde, ¿puedes irte sin mí? —estaba apresurada, necesitaba llegar pronto.

—Claro, nos vemos más tarde—me despedí con la mano.

Mientras conducía hacia la universidad, lo más rápido que podía pensaba en lo que había pasado la noche anterior. Lo último que recordaba eran los golpes a la puerta. ¿Qué había sucedido después? No recordaba haber tenido tanto sueño. ¿Por qué me había quedado dormida?

¿Qué tal si jugamos un juego Hayley?

La horrible voz distorsionada del desconocido vino a mi mente, el recuerdo hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Me estacioné frente a la universidad que a esa hora estaba vacía. Aunque iba tarde, me tomé el tiempo para mirar el historial de llamadas de mi teléfono y ahí estaban las llamadas que le había hecho al teléfono del repartidor y las que había recibido esa misma noche. 

Oprimí el contacto y puse la alta voz. Fruncí el ceño cuando escuché que el número no existía, pensé que había escuchado mal, pero no fue así. Lo confirmé cuando hice como diez llamadas más.

Bajé de mi auto y casi corrí hacia el campo de entrenamiento que fue donde me había citado el entrenador. Por suerte, cuando llegué no había nadie. Aún no llegaba, pensé. Intenté llamar de nuevo al número de repartidor esperando un cambio.

Me llegó una notificación de las noticias locales, por lo general suelo ignorarlas, pero cuando vi el título me quede con la boca abierta. 

Encuentran cuerpo sin vida de repartidor...

El nombre del restaurante donde había ordenado la cena la noche anterior estaba por todos lados, según la nota lo encontraron en el fondo de un callejón y que no tuvo oportunidad de hacer su trabajo por ese terrible suceso, no hubo testigos ni evidencia de quién fue el culpable. Lo que sí tenían era el testimonio de su jefe: 

Acababa de comenzar su turno: él era un chico normal, tranquilo, y no tenía problemas con nadie. Recibimos el pedido y se ofreció para entregarlo, cuando notamos que ya había tardado mucho lo llamamos, pero nunca contestó. Incluso lo esperamos hasta tarde, y él jamás apareció.

 Alguien tocó mi hombro, solté un grito que si alguien hubiera estado en algún lugar de la universidad me hubiera escuchado.—Lo siento—Volteé a ver a la persona que había hablado. Era un chico alto y de cabello oscuro, quien me miraba con cierta curiosidad. Utilizaba lentes y era algo delgado. —¿Eres Hayley, cierto? 

—Sí—lo miré con desconfianza.

—No quería asustarte—mencionó con una pequeña sonrisa. ¿Quién era? Y ¿qué hacía tan temprano ahí? Fue como si me hubiera leído la mente, porque después dijo: —Soy Peter Robinson—extendió su mano hacia mí—.El asistente del entrenador de esgrima.

Pude volver a respirar—Es un placer. ¿Llevas mucho tiempo aquí? 

—Sí... —respondió tímidamente.

—Lamento haber llegado tarde, es que tuve unos problemas—no iba a entrar a detalles con él, lo acababa de conocer—Y ¿El entrenador no ha llegado? 

—No, pero me dejó una tarea para ti—me informó. 

—¿Y cuál es? 

—El entrenador acostumbra a tomar café todas las mañanas y lo acompaña con un postre de chocolate—lo escuché con atención, sin saber que tenía que ver eso con el entrenamiento— y el entrenador también acostumbra a llegar —miró el reloj que tenía en su mano izquierda— en una hora para ser exactos —seguía sin entender—Tu primera tarea es ir a comprarlo y que esté a tiempo en su escritorio.

Nuestro Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora