Después de lo que pasó traté de mantenerme alejada de Peter lo más que pude, obviamente se dio cuenta, pero cada vez tenía que decir una excusa mejor, si seguía así pronto se me acabarían.
La última vez que hablé con él fue por las cámaras, las cuales no ayudaron de mucho, porque fueron destruidas y las que Peter había rescatado no habían grabado nada importante. Lo que nos quedaba era el collar a comparación de las cámaras, este sí nos ayudó de cierta forma, había grabado todo lo que había pasado entre el desconocido y yo, pero desgraciadamente no era suficiente para revelar su identidad.
—Es todo por hoy—me despedí de los integrantes del equipo de esgrima mientras sostenía mi florete y la careta, estaba exhausta. Suspiré pasando mis dedos por mi cabello, fue mala idea dejarlo suelto, ya estaba demasiado largo y me estorbaba.
—¿Capitana puedo hablar con usted? —me giré para mirar a Thomas.
—¿desde cuándo me hablas de usted?
Sonrió—Como te has olvidado de mí...
—Claro que no, solo que he estado ocupada—le informé y negó.
—hasta me cambiaste—me reclamó.
—no te cambié—le aseguré, comenzamos a caminar juntos hacia la salida.
—¿Ah, no? Ahora solo pasas tiempo con... —se detuvo cuando miró a Peter acercarse a nosotros—hablando del diablo.
—¿ya comieron? —nos preguntó a ambos. Thomas y yo intercambiamos miradas—¿interrumpo algo?
—Claro que no—le respondí—Tengo cosas que hacer, nos vemos más tarde—y con eso me fui.
Al salir caminé con seguridad por los pasillos, llamé la atención de todos a mi alrededor como era costumbre, me sonreían y me saludaban, aunque no los conociera, no entendía en que momento me había vuelto tan popular.
Entré a los vestidores de mujeres, los cuales eran un fastidio, ya que tenía que recorrer toda la universidad para llegar a ellos. Obviamente, el equipo tenía su propio vestidor, pero solo era exclusivamente para hombres.
Eso tenía que cambiar.
¿Pero cómo lo haría? Caminé dentro del vestidor y este se encontraba lleno, algunas chicas estaban en las regaderas y otras platicaban entre ellas, todas iban en ropa interior, sé que para algunas era vergonzoso o incómodo, pero desde que había comenzado a ir ahí, todas las chicas habían sido amables, y te trataban con respeto y no te hacían sentir insegura. Fui directamente a mi casillero, dejé mis cosas y comencé a quitarme el uniforme, sentía como si me asfixiara.
—Veo que estuvo pesado el entrenamiento—comentaron detrás de mí, volteé y me encontré con Alejandra e Isabella, por lo que había notado, ellas se llevaban muy bien y estaban en el mismo equipo de porristas.
—La competencia está cerca y el entrenador se ha vuelto más exigente—hablé con cansancio.
—Todos hablan de eso—dijo Isabella—cuentas con el apoyo de toda la universidad.
—Lo sé—me sentí con un peso más sobre mis hombros.
—¿Por qué me parece que no estás feliz por eso? —habló Alejandra colocándose la falda deportiva.
—Lo estoy—mentí, porque ni yo misma sabía si lo estaba.
—Puedes contarnos lo que sea, Hayley—asentí y sonreí.
—Sí, gracias.
—¿Qué tal si vamos de compras? —nunca había salido con ellas, pero no sonaba como una mala idea.
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Nuestro Destino.
Teen Fiction¿Crees en el destino? ¿O la casualidad? ¿Pero qué es el destino? Es algo que está por encima de nosotros y que nos empuja hacia una sucesión inevitable de acontecimientos, de circunstancias de las que no podemos escapar, ¿todos estamos destinados a...