Capítulo 16

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—Hayley— escuché su voz. Volteé a mirarlo.

Él estaba ahí de pie frente a mí, llevaba puesto el uniforme de esgrima, este estaba cubierto de sangre...

—¡Todo es tu culpa! —le reproché con lágrimas en los ojos.

—¿Mi culpa? —rio. —Aunque me gustaría llevarme el crédito, todo lo que he hecho ha sido por ti, así que yo no soy el único culpable, ¿no lo crees, Hayley?

—Yo no tengo nada que ver...

—Si tienes, eres mi cómplice en esto—aseguró.

—¡No! — comenzó a acercarse lentamente —¡No te acerques!

—Tú y yo somos iguales. Hayley, ¿no lo recuerdas? — Me quedé pasmada, sentía el sudor frío en mi frente y mi corazón amenazaba con salir de mi pecho.

Estaba cubierta de sangre, el color carmesí resaltaba por la ropa blanca que llevaba, quise quitármela, y fue imposible.

—¡Me das asco! —soltó una risa y me estremecí. —Yo nunca seré igual que tú.

—¿Estás segura? —me sostuvo del rostro y tragué con dificultad.

—¡No me toques! —lo empujé apartándolo de mí.

—Tranquila. Hayley, yo jamás te haría algo que tú no quisieras.

—¡Eres un maldito psicópata!—lo golpeé en el pecho repetidas veces.

En un movimiento rápido me tomó de la cintura y me pegó a él. — Me lo tomaré como un cumplido.

—¡Suéltame! —le exigí. Lo escuché reír.

—¿Por qué no lo aceptas, Hayley?

—¿De qué hablas? — Lo miré con desagrado.

—¿De qué hablo? — Sin soltarme, me tomó del cuello con fuerza, haciendo que soltara un quejido. —Hablo de qué me quieres tener cerca de ti.

Reí con sarcasmo—. ¿Estás loco? —hice una pausa—. Solo un idiota como tú pensaría eso.

—¿Ah, sí? —preguntó—, entonces explícame, ¿por qué no me delataste? — Me quedé helada. ¿Él cómo lo sabía? — ¿Por qué no le dijiste al rector lo que en verdad pasó esa noche? — Era imposible que él lo supiera, solo estábamos cuatro personas ahí...—. ¿Por qué no les dices que dejen de buscar? Si tú bien sabes que yo los maté a todos—me comencé a sentir mareada, tanto que pensé que me desmayaría—. ¡¿Por qué no les dijiste, Hayley?!

—¡Cállate! —sostuve mi cabeza con frustración.

—Entiendo por qué lo hiciste...

—¡Basta! —caí al suelo y me hice bolita.

—Eso te hace mi cómplice, ¿lo sabes, cierto?

—¡Dije que te callarás! —trataba de protegerme como si estuviera en un caparazón.

—Me quieres cerca de ti, ¿verdad Hayley? — Su grito me hizo temblar.

—¡No!

—¿Cómo no lo vi antes? —quería que se callara—. Tú no quieres que te lleve a citas románticas o que te dé regalos caros. Quieres a alguien que sea capaz de destruir el mundo solo por ti. Alguien que no dude en matar por ti, ¿no es así, Hayley?

Reí con amargura: —¿Crees que esa persona eres tú? — le solté burlonamente—. Si en verdad lo crees, estás más enfermo de lo que pensaba.

Había logrado mi objetivo, se había molestado. — Aunque no lo quieras admitir, ambos sabemos que no puedes sacarme de tu cabeza.

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