Capítulo 5

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Chillé todo lo alto y fuerte que pude al notar la mano cerrándose en mi brazo, pero alguien me tapó la boca instantáneamente con la otra mano y me retuvo con ambos brazos. El miedo me recorría todo el cuerpo y la adrenalina se acumuló tanto dentro de mí que empecé a forcejear e intentar dar patadas hacia atrás.

—Para, Crys, para. Estate quieta, soy yo.

Con la boca aún tapada por la mano de Eddie, seguí chillando y mirándolo con todo el odio que fui capaz, hasta que me quedé sin aire y tuve que callarme. Eddie retiró su mano poco a poco, separándose de mí.

—P-pero tú ¿de qué coño vas? ¿Me estabas siguiendo? ¡¿Qué cojones te pasa en la cabeza, Eddie?!

Sonrió. Genuinamente sonrió. Yo no podía esconder mi asombro. Casi abro la boca como una pardilla.

—Has vuelto a llamarme Eddie, pensaba que no lo iba a volver a escuchar de tus labios.

—¿Qué me estás contando? Te he preguntado que qué cojones hacías siguiéndome y agarrándome en mitad de la noche como si fueras el puto Michael Myers.

Se llevó la mano anillada a la boca, con gesto pensativo. Me miraba con recelo, como si pensara que en cualquier momento iba a saltar a pegarle una paliza. Y no andaba equivocado, pues ganas no me faltaban.

—No te estaba siguiendo, Crystal. He quedado con un cliente en el bosque y te he visto de lejos, me preocupaba que fueras sola de noche por este sitio. Aquí solo venimos los desechos sociales. Mira, para que me creas, —sacó unas bolsas con lo que parecía marihuana de su chaqueta— de verdad vengo de vender.

—Genial, ¿y a qué ha venido entonces el agarre y toda la llave que me has hecho? ¿No podías quedarte vigilando desde lejos si estabas preocupado?

No me había dado cuenta de que estaba hablando con Eddie y le estaba mirando a los ojos de nuevo. Llevaba el pelo largo un poco enmarañado por las hojas de los árboles, pero al mirarlo era el Eddie Munson de siempre. El mismo chaleco vaquero, los mismos ojos brillantes y la misma puta sonrisa que dejaba sin aliento.

—He notado que has advertido mi presencia y no quería que te fueras a dormir pensando en que había un acosador acechándote en el bosque. De nada, supongo.

Vacilé unos segundos, pero acabé gruñendo a modo de afirmación.

—Está bien. Tampoco te flipes, no te voy a dar las gracias. No te voy a denunciar, que eso ya es suficiente. —Tuve que aguantar la risa al imaginarme cómo el sheriff Hopper detendría a este maleante, seguro que acabaría durmiendo en el calabozo.

—¿Qué hacías aquí tan tarde y sola?

Al mirarle de repente solo vi seriedad en su rostro. Me recordó a mi hermano por un momento. Me encogí de hombros.

—¿Cómo sabes que estaba sola? Quizá estaba con alguien hasta que nos hemos despedido.

—Crystal Carver, si estás viéndote con alguien que te deja en el bosque de noche para que vayas a casa sola, permíteme decirte que tu gusto en los hombres se está atrofiando. —Sonrió de lado, acercándose más a mí, tanto que di un paso atrás.— Además, no hueles a nadie más, solo hueles a... Crys. No estabas con nadie.

Puse los ojos en blanco y me alejé todavía más de él, riendo irónicamente.

—Cierto, yo mantengo mi esencia, no como otros que ahora huelen a frambuesa y a Barbie.

—Auch. —Gesticuló un golpe en el corazón.— Sigues teniendo la lengua tan afilada como siempre, pequeña.

Sentí una punzada de dolor en el corazón. Seguramente todo mi rostro cambió de gesto, pues noté cómo me ardían las mejillas de rabia.

—Es tarde Munson, tengo que irme a casa. No me apetece quedarme charlando con un camello en el bosque.

Me di la vuelta para seguir caminando, el papel de tía dura se me estaba agotando por momentos y las lágrimas empezaban a subir por mis ojos. Frené el impulso tanto como pude mientras caminaba hacia la luz.

—Yo también me alegro de volver a verte, Crys. Pese a todo.

No me giré para mirarlo por última vez. Me limité a seguir mi camino con el corazón hecho trizas. Cuando estaba a unos cien metros del bosque rompí a llorar de nuevo. Todo lo que había estado temiendo este verano, cada miedo que tenía y que se repetía en bucle en mi cabeza se estaba haciendo realidad:

Seguía enamorada de Eddie Munson, y él ya me había olvidado.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora