Capítulo 10

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Me vestí rápidamente sintiéndome un poco ridícula al tener todas las prendas desperdigadas en la habitación. Me mantenía en silencio mientras Eddie se había limitado a ponerse los pantalones y quedarse sentado en su silla, pensativo y serio. Cuando estuve totalmente vestida, me acerqué a la puerta para salir, pero estaba cerrada con llave.

—¿Puedo salir o me vas a tener secuestrada? Sería propio de ti.

—Cerré con llave por si entraba algún curioso, no quería que interrumpieran nuestra cálida reunión. —Eddie sonrió de lado, levantándose y acercándose a la puerta— Si me dejas terminar de vestirme puedo acompañarte a casa, Crys. Es tarde.

Semidesnudo como estaba, podía verle todos los tatuajes que llevaba. Me descubrí embelesada en los murciélagos de su antebrazo y en el demonio de su pecho.

—O si quieres me quedo así, parece que estás disfrutando las vistas, Carver.

Su sonrisa se amplió, y yo aparté rápidamente la mirada un poco avergonzada, cruzándome de brazos y frunciendo el ceño.

—No te flipes, solo me gustan los diseños... Te has hecho nuevos tatuajes desde que no te veo.

—Ajá —asintió—, pensé en tatuarme las pecas de tu mejilla derecha, que parecen una constelación. —Pasó el dorso de su mano por dicho sitio—. Pero no estaba seguro de si tendría permiso.

—Pues claro que no. —Le aparté la mano con fuerza—. No juegues conmigo, Edward. Solo te pido eso. He sufrido suficiente estos meses, no metas el puto dedo en la llaga.

A Eddie se le borró la sonrisa y su semblante se tornó serio, notablemente enfadado.

—Ya somos dos. ¿Crees que para mí ha sido fácil? ¿Crees que es fácil verte cada día sin poder ni hablarte? No creas que eres la víctima, Crystal. Es más complicado de lo que piensas.

—Ya, tiene que ser incómodo ver a la persona a la que le rompiste el corazón y no poder bromear con ella. Debe ser un asco perder a tu única amiga de verdad por no pensar bien las cosas.

Eddie me miraba atónito, con los ojos muy abiertos y llenos de impotencia.

—No entiendes nada, Crys. Nunca has entendido nada. —Se golpeó el muslo con rabia, negando con la cabeza—. Yo no merezco la pena, tú necesitas alguien mejor, alguien que te pueda hacer feliz. Que te de una familia y te lleve de vacaciones a ver mundo, una persona que puedas llamar con orgullo tu pareja. Yo no soy esa persona.

—Ya... —Las lágrimas se arremolinaron para salir de mis ojos. —Está claro que no, Eddie. Me acabas de hacer el amor para luego decirme que me vaya de tu vida de nuevo. —Solté una risa irónica a punto de echarme a llorar. —Está claro que no te merezco. He sido una estúpida, he sido más estúpida que en toda mi vida. —Las lágrimas empezaron a salir— Qué ingenua al pensar que esto cambiaría algo, una parte de mí incluso pensaba que después de lo que ha ocurrido volveríamos a donde lo dejamos, qué estúpida soy.

Con lágrimas en los ojos y viendo borroso, intenté agarrar el pomo para salir, pero Eddie no me lo permitió. Me tomó en sus brazos y me obligó a mirarle a los ojos.

—No podemos volver a ese punto. Y esto no se puede volver a repetir, Crystal. Estamos sufriendo, y yo puedo sufrir pero me niego a verte así. Siento lo que ha pasado, te prometo que no volverá a pasar. Yo no soy suficiente, ni lo seré nunca. Tú mereces alguien que te de todo lo que yo no voy a poder darte nunca.

—Deja de decir eso, joder. Deja de darme excusas de mierda. Si no me quieres lo entiendo, ¿quién querría estar conmigo? Nadie quiere hablarme, ni mirarme, y mucho menos ser mi amigo. ¿Cómo esperaría que alguien me quisiera de esta forma? Es ridículo. —Las lágrimas no paraban de caer y ya no era capaz de ver los ojos de Eddie— Entiendo que hayas querido tener sexo conmigo, pero nada ha sido real para ti. Lo pillo, Eddie. No tienes que venderme el discurso de no ser suficiente.

—No es un discurso, Crystal. Por el amor de Dios, lo digo en serio. No puedo hacerte feliz.

—Pero a la animadora sí. A ella sí podías enseñarla por el instituto y llamarla cariño en público. A ella sí podías hacerla feliz y sí eras suficiente, ¿no? Qué bien suena en tu cabeza, Munson. Déjalo, ya me ha quedado claro lo que quieres decir.

Abrí al fin la puerta y empecé a recorrer el pasillo, rota y devastada por dentro.

—Espera, Crys, no te vayas sola a casa.

Reí de la forma más realista que pude, sin mirar atrás.

—Tranquilo, nadie me va a poder hacer más daño del que ya me has hecho tú esta noche. Buenas noches, Eddie.

Lo último que escuché antes de salir del instituto fueron golpes en el aula de rol, acompañados de insultos en voz alta.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora