Capítulo 12

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Crystal

Las vacaciones de Navidad estaban siendo de lo más aburridas. Jason después de mucho esfuerzo consiguió salir con Chrissy —la animadora Barbie— y tuve que aguantarla buena parte de los días de fiesta que mi familia se reunía.

No sabía nada de Eddie.

Ya acabando las vacaciones, un día mi madre entró a la habitación diciendo que alguien había llegado a casa preguntando por mí. El corazón se me aceleró y la emoción me recorría, pero al bajar las escaleras no encontré a otro que a Dustin, aún con su gorrita.

—¡Feliz Navidad, Crys! Te he traído un regalo. —La divertida sonrisa de Dustin me sacó una pequeña risita— He tenido que preguntarle a... A Jason —ni él se creía esa mentirijilla— dónde vivías porque llevo todas las vacaciones queriendo invitarte a jugar a D&D.

—Dustin yo no... Ya sabes que ya no juego... No podría ir, ya sabes que la situación con Munson no está bien.

—Por eso te invito, no tiene nada que ver con Eddie, te invito a una partida con mis mejores amigos, en casa de los Byers. ¿Conoces a Jonathan Byers, ¿no?

—Sí, claro, es el chico del club de fotografía.

Jonathan Byers era un chico bastante reservado que iba por ahí haciendo fotos a todo con una gran cámara. Alguna vez nos había sacado unas fotos en el club de rol.

—¡Exacto! Pues su hermano pequeño es de mis mejores amigos, y vamos a hacer una fiesta de pijamas y jugar a D&D. Si te interesa puedes pasarte.

—Hmmm... Bueno, déjame pensarlo.

—Mientras lo piensas toma, tu regalo. A ver si te gusta.

Dustin no dejaba de sonreír, me ofreció una pequeña bolsita negra con un lazo en el cierre. Al abrirla contenía un juego de dados negros con calaveras pequeñas dibujadas en su interior. Eran preciosos.

—Dios mío, Dustin. No tenías que regalarme nada. Yo no he pensado en regalar nada a nadie. —Torcí el gesto.

—No te preocupes, sabía que tú no habrías pensado en ello, es parte en agradecimiento por haber jugado con nosotros hace un mes. Nunca pude darte las gracias.

—No hacía falta, lo hice porque quise. Pero no vuelvas a pedírmelo, por Dios.

Solo recordar aquella noche me daba náuseas, fue todo tan raro y traumático que prefería no pensar en ello, así que intenté cambiar de tema.

—Y oye, ¿todos los jugadores tienen tu edad? —Se me escapó una risa— ¿O habrá alguien más mayor? No quiero parecer la canguro.

—Bueno, estará Jonathan en casa, si eso cuenta.

Fruncí el ceño un poco, pero luego me encogí de hombros.

—Está bien, a fin de cuentas tendré que estrenar estos dados tan guays, ¿no? —Sonreí ampliamente— ¿Quieres pasar y tomarte un chocolate?

—Tengo que irme ya, pero nos tomaremos el chocolate en casa de los Byers. Está en esta dirección. —Me tendió un papelito con la dirección escrita.— Nos vemos allí el sábado a las 19:00, Crys.

Asentí un par de veces, le agradecí de nuevo el regalo y vi como cogía su bici y se encaminaba calle abajo. Era un cielo de chico, ojalá tener a Dustin como hermano y no al ceporro de Jason.

El sábado llegó bastante rápido, no me convencía mucho la idea de jugar con chicos tan pequeños, pero era mejor que no jugar en absoluto. Llegué temprano a la casa con miedo de retrasarme y me quedé esperando apoyada en el buzón sin llamar a la puerta.

El sonido de una cámara sacando una foto me sobresaltó y pegué un pequeño grito. Jonathan Byers, un chico con el pelo castaño, liso y un poco despeinado y con ojos ojerosos se acercó por detrás de mí y se disculpó.

—Siento el susto, estabas en una postura muy... fotografiable.

Fruncí el ceño y lo miré extrañada, pero me eché a reír.

—Creo que esa palabra ni siquiera existe. Si fueras otra persona te habría dado una torta.

—Qué privilegio. No la revelaré si no quieres, no creas que soy un acosador.

—Lo sé, no te preocupes. Pensaba que a las chicas que vestían como chicos no se las consideraban "fotografiables" —Hice las comillas en el aire y sonreí de lado—. El privilegio es mío.

—Bueno, normalmente solo fotografío a las personas que me parecen bonitas, independientemente de cómo vayan vestidas.

Me sonrojé un poco, me había pillado con la guardia baja.

—Esto... Gracias, Byers. Hacía tiempo que nadie me decía nada así.

Ambos estábamos sonrojados, y al menos yo estaba bastante tensa y no me separaba de ese buzón en el que estaba apoyada.

—¿Por qué no os vais a un hotel? Buagh.

La voz de Dustin y un coro de risas nos sacó de la conversación. Yo me puse completamente seria y miré el corro de chicos que se agolpaba ante mí. Estaban Mike, Dustin, un chico con el pelo un poco largo que deducía que era el hermano de Jonathan, y un chico negro que me sonaba haber visto alguna vez con mi hermano al volver de los entrenamientos de baloncesto.

—Este es Will Byers —Dustin señaló al chico de pelo largo y éste levantó la mano tímidamente— Y este es Lucas. —El chico me saludó sonriente.

—Encantada, yo soy Crystal. ¿Jugamos entonces?

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora