Capítulo 30

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Crystal

Los golpes seguían retumbando en toda la caravana. Eddie y yo nos habíamos quedado clavados en el sitio durante un largo minuto, hasta que él reaccionó y empezó a moverse.

—Por la ventana, Crys. Vamos.

Había una pequeña ventana en su habitación por la que difícilmente cabría una persona de tamaño normal. La situación era complicada, y el hogar de Eddie demasiado pequeño para trazar otros planes de última hora.

Agarró una sudadera y un paquete de tabaco y se dispuso a retirar el cristal de la ventana, haciendo que ésta fuera más accesible. Sacó por fuera todo su torso y se quedó un poco atascado, pero sigilosamente se contorneó para salir por completo y caer fuera con ambas manos por delante. Cuando se puso en pie y asomó la cabeza, salí yo también con menos dificultad dado que mi cuerpo era mucho más pequeño que el suyo. Eddie me ayudó a aterrizar en mejores condiciones y nos quedamos agazapados en la parte trasera de la caravana.

—Wayne, ¡abre de una puta vez! Tu sobrino le debe una explicación a Hawkins.

—Munson, ¡sal de ahí, solo queremos hablar!

Las voces de los vecinos se escuchaban al otro lado de la caravana un poco amortiguadas por el viento.

—¡Os he repetido hasta la puta saciedad que mi sobrino se ha ido del pueblo! —gritó el señor Munson—. No está aquí, marchaos y llamad a la policía si tanto interés tenéis.

Los golpes seguían incesantes, así que aprovechamos el ruido para caminar despacio hacia la parte trasera en la oscuridad. En el parque de caravanas no había farolas como en las otras calles, así que con un poco de cuidado no sería muy complicado perder al grupo de paletos.

Cuando ya habíamos caminado un buen trecho y la casa de Eddie quedó en la lejanía, nos dirigimos hacia el bosque, exactamente al lugar donde nos dimos nuestro primer beso. Una vez allí y a salvo, nos sentamos en la colina y nos quedamos en silencio, agotados.

—¿Qué ha sido eso, pequeña? ¿Por qué sabías que iban a venir? —Eddie se frotaba la cara con ambas manos, con gesto cansado.

—Ha habido una reunión en el instituto por la desaparición de Chrissy. Mi hermano... mi hermano ha dicho que eras el líder de una secta que rinde culto al diablo y que seguramente habrás sacrificado a Chrissy. Todo el pueblo se ha puesto en pie y quieren tomar la justicia por su mano. Las fotos que salieron a la luz son suficiente prueba para ellos de que tú le has hecho algo.

—Ya veo... —El gesto de Eddie se apagó de una forma que yo jamás había visto en todos nuestros años de amistad—. Nadie me cree, ¿verdad?

—Yo sí te creo, y tu tío. Y seguro que Dustin y los chicos del club también, Eddie. No hay ninguna prueba ni ningún indicio que te señale, la policía no debería permitir que pasaras por esto. Ellos son los monstruos, no tú.

Me acerqué a él y empujé suavemente su pecho para que quedara tumbado en la colina. Coloqué mi cabeza en su pecho y lo abracé con fuerza, soltando algunas lágrimas en su ropa. Eddie era muchas cosas, pero no sería capaz de hacerle daño a Chrissy. Me quemaba en el corazón que la gente de Hawkins pensara en él como alguien malvado y sin corazón, cuando tenía más bondad que todos ellos juntos.

—¿Sabes? Corrí detrás de ella, Crys. Quería acompañarla a casa, no quería que se fuera sola. Corrí detrás de ella y la perdí en la oscuridad... Debí haberla seguido buscando, ahora todo estaría bien.

Eddie respiraba con pesadez, tenía la sensación de que estaba a punto de llorar.

—Tengo muchos defectos, Crys, he robado, he vendido droga incluso a menores, he sido un vándalo y un desecho social, pero no sería capaz de dañar a alguien así.

—Lo sé, cariño... Lo sé. —Levanté un poco la cabeza para hablar con él—. Jonathan entregó esas fotos a la policía, ¿no? Quizá él tenga algo que ver con la desaparición de Chrissy. Es mucha casualidad que estuviera en el momento justo para sacar esas fotos.

Eddie miraba al cielo sin expresión, se limitaba a asentir con pesadumbre.

—¿Por qué me cuidas? ¿No sería más fácil dejar que me cogieran esos paletos y me hicieran lo que sea que me quieran hacer? No merece la pena el esfuerzo, nadie me creerá de todas formas y acabaré pudriéndome en la cárcel o algo peor.

—Edward Munson, deja esa actitud ahora mismo. Te voy a cuidar, como tú mismo dijiste el otro día, hasta el día en que me muera. Eres lo más importante para mí, que sigas bien y conmigo es lo único que me anima a seguir adelante, Eddie. Sé que es un momento de mierda para ti, pero no puedes venirte abajo ahora, tienes que seguir luchando. Esto se solucionará más pronto que tarde y quedará en un susto, ya lo verás.

—Creo que eres demasiado positiva, pequeña. Tal vez esté condenado a ser el apestado del pueblo como lo fue mi padre, pero al menos te tengo a ti. Eres lo más bonito que me ha pasado en esta asquerosa e injusta vida, Crystal.

Sonreí con tristeza y apreté un poco su cuerpo en un abrazo. Suspiré profundamente y me levanté, sacudiendo mis pantalones.

—Hay una cabaña en el bosque, no muy lejos de aquí. Pertenecía a mis abuelos y mis padres lo usan como almacén, pero ya no va nadie allí desde hace años. Hay camas y un techo, la gente no te encontrará en ese lugar. Mientras tanto, yo me encargaré de investigar a Jonathan y te llevaré comida y ropa en cuanto me sea posible, ¿vale?

Eddie me miró sonriendo levemente, le ofrecí mi mano y se puso de pie con mi ayuda.

—Espero que como siempre tengas razón en esto, pequeña.


Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora