Capítulo 8

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La partida concluyó con un final agridulce: Pudimos vencer pero solo quedó un jugador vivo, por desgracia la partida siguiente sería más difícil para ellos.

En cuanto a mí, lo había pasado bastante mejor de lo que esperaba. Al cabo de un rato ya nadie se acordaba de que llevaba sin jugar todo el verano y este trimestre.

Cuando todos se habían ido y Eddie recogió todo, me fui hacia la puerta para esperar a que apagara las luces para poder irnos a casa y escuchar lo que fuera que quisiera decirme.

—¿A dónde vas tan rápido, pequeña? La reunión será aquí, ya no me gusta hablar mientras camino. Pierdo la chispa.

La sonrisa de Eddie era amplia, tanto que me puso nerviosa no saber el motivo de tanta alegría. Fruncí el ceño y me encogí de hombros, acercándome a una de las sillas para quedarme de pie con los brazos cruzados.

—Sorpréndeme, Edward. ¿Qué historia me vas a contar? ¿Quizá me vas a pedir de rodillas que siga jugando con vosotros?

Me reí nasalmente pero la risa y la valentía se esfumaron cuando Eddie dio un par de largas zancadas y se puso delante de mí, divertido.

—Hay otras cosas por las que me arrodillaría antes que eso, Carver. —Su sonrisa pícara volvió— No te voy a pedir que te quedes, nunca te manipularía para tomar una decisión. Solo quería hablar contigo un rato, echo de menos tus resúmenes post-partida.

Me daba la sensación de que mientras hablaba se acercaba más y más, y mi corazón se aceleraba por momentos. Mis ojos no se retiraban de los suyos, me era imposible no intentar mirar más allá de esos ojos marrones como el chocolate derretido.

—He perdido la práctica. Si de verdad era eso para lo que querías reunirte, siento decirte que no voy a poder complacerte. —Me di la vuelta para mirar a la puerta— Mejor me voy yendo ya, es tarde y...

Antes de poder dar un paso hacia delante, Eddie me agarró suavemente del brazo y tiró de mí hasta que su pecho tocó mi espalda y su pelo me hacía cosquillas en el cuello.

—Mis condiciones, mis reglas. La reunión aún no ha acabado, Crys. Y sí que puedes complacerme. —Su boca se pegó a mi oreja hasta que su aliento resonaba en mi interior. —Tengo muchas ideas de cómo podrías hacerlo aquí y ahora.

Sin mirarme a un espejo sabría decir que mis mejillas se habían tornado completamente rojas. Sentía rabia, ira y violencia, pero sobre todo sentía un deseo tan profundo y primario que podía notar cómo mi entrepierna ardía. Junté todo mi autocontrol para zafarme y ponerme delante de él, dándole un manotazo en el lado izquierdo de su cara.

—Que ni se te pase por la cabeza que vas a aprovecharte de mí, Edward Munson. Si quieres ponerle los cuernos a tu Barbie, tienes varios modelos más que elegir en el equipo de animadoras. Me sorprende que siquiera te plantees que fuera a caer en esto.

—Dejé a Chrissy el mismo día que nos encontramos en el bosque, Crystal. —Se tocaba la mano marcada en su rostro, adolorido— Me di cuenta de que solo siento esto con una mujer. No me gusta engañarme a mí mismo. Creía que sentías lo mismo y me he lanzado, habré confundido tus señales. Jamás me aprovecharía de ti, soy un idiota pero no tanto.

No tenía palabras. Estaba tan confundida, excitada y afectada que me sorprendía no haberme desmayado. Alcé la mano con la que le había golpeado y la puse sobre su rostro, negando con la cabeza.

—Yo... Lo siento. S-siento lo de la Barbie, supongo. No quería pegarte, ha sido un acto reflejo y pensar que querías aprovecharte de mí es muy egocéntrico de mi parte y...

Eddie soltó una pequeña carcajada que cortó mis palabras, atrayéndome hacia su cuerpo de nuevo, pegando su boca a mi cuello.

—Pégame cuanto quieras, pequeña, pero no me desnudes con la mirada y luego me niegues que deseas esto tanto como yo.

Iba a explotar. Estaba tan excitada que sin notarlo había abierto las piernas y había colado una entre las suyas, sintiéndolo más cerca si cabe. Negaba con la cabeza como una poseída, notando como los anillos de Eddie subían por mi espalda hasta agarrar todo mi pelo y tirar de él hacía atrás, dejando mi cuello totalmente expuesto.

—Cuando estábamos juntos tenía mucho miedo de hacer algo irrespetuoso, de parecer que solo quería usarte. —Sus gruñidos guturales me encendían más si cabe y yo solo podía gemir en respuesta— Ahora veo que no era el único que anhelaba esto.

Sus labios recorrieron toda la extensión de mi garganta, mi mandíbula y mi cuello. Dejaba besos por cada lugar que visitaba y respiraba con dificultad cuando recorría mi cintura con su mano libre. Finalmente atrajo de nuevo mi cabeza junto a la suya y su boca se pegó a la mía. Nos habíamos besado muchas veces en los tres meses que estuvimos juntos, pero nunca fue como esta. Podía sentir su deseo con la misma claridad que sentía el mío propio. Nos devoramos mutuamente como nunca lo habíamos hecho, habíamos perdido completamente la noción de lo que estábamos haciendo y no nos importaba.

—Te deseo, Crystal Carver. Te deseo ahora mismo encima de esta mesa.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora