Crystal
Hace poco más de un año
El sudor corría por las palmas de mis manos mientras elegía qué ropa ponerme para la cita. Estaba nerviosa porque era la primera vez que Eddie me invitaba a su casa, y pese a querer ir lo más bonita posible, nada que me probaba parecía quedarme bien del todo.
Llevaba el pelo rubio suelto, me caía hasta el comienzo de los hombros. No me maquillé demasiado, solo puse un poco de sombra por encima y debajo del párpado. Vestí una camiseta gris de Metallica con unos vaqueros oscuros llenos de rotos en toda la pierna derecha. Añadí la cadena que me regaló Eddie al pantalón y unos pines de bandas de música para decorar la camiseta.
Al mirarme al espejo sentí miedo; pese a que veía todos los días a Eddie y habíamos empezado recientemente a salir, esa noche era especial. No sabía qué esperar, hasta ahora sólo nos habíamos besado y poco más; no estaba segura de si quedar en su casa significaría ir más allá.
♥
Mi padre me dejó en la calle principal de Hawkins, donde yo para despistarlo me metí en el cine y le prometí volver pronto a casa como una niña buena.
Allí estaba esperándome Eddie, tan guapo como siempre. Su pelo estaba recogido en una coleta desaliñada y sobre su frente caía un flequillo ondulado, estaba planeando dejar su pelo lo más largo posible y llevaba ya varios meses sin cortarlo. Vestía su chaleco vaquero de DIO con una camiseta de KISS bajo éste, acompañado por unos pantalones negros ajustados y decorados con tres cadenas, cada una más larga que la anterior.
—¿Preparada para la mejor noche de tu vida, Carver? —dijo en tono burlón, ofreciéndome el brazo como un caballero.
—Ya será para menos, casanova —respondí sonriente, agarrándome de su brazo y echando a andar.
Al llegar a su casa, Eddie me abrió la puerta de la caravana para que pasara delante de él. Me costó no sonrojarme, puesto que al entrar vi delante de mí una mesa preparada con velas y pétalos de rosa. Me quedé quieta mirando la estancia; era una vieja caravana llena hasta los topes de trastos, no estaba muy limpia y olía bastante a tabaco, pero era su hogar. Sonreí para mí, sintiéndome privilegiada por poder estar allí junto a él.
—No es un hotel de cinco estrellas, pero espero que estés lo más cómoda posible, Crys —dijo Eddie con un deje avergonzado en la voz.
—Es perfecta, Ed. Me encanta, de verdad. —respondí sinceramente. Allá donde estuviera Eddie, yo me sentía como en casa. Cada vez más, y desde que era mi mejor amigo, sentía que él era mi hogar.
Recorrí la pequeña estancia con pasitos pequeños. La cocina se encontraba en ese mismo espacio, lo único que parecía estar independiente eran los dormitorios. Me preguntaba cómo sería el de Eddie. ¿Estaría lleno de pósters de música? ¿Lo tendría ordenado o sería un caos? Me quedé pensando en cada detalle de su habitación y no me di cuenta de que estaba en otro mundo hasta que se puso delante de mí, casi riendo.
—Despierta, Crystal —dijo chasqueando los dedos, divertido—. ¿En qué estás pensando? Puedes sentarte en el sofá o en la mesa, estás en tu casa.
—Pensaba en qué suculenta cena me vas a preparar —mentí, dándole un pequeño beso en la mejilla antes de ir a sentarme a la mesa.
Al rato de estar trasteando en la cocina, Eddie puso delante de mí un gran plato de pasta con tomate. Casi acabo riendo hasta que de servilleta puso delante de mí un pañuelo con un diseño muy familiar.
—¿Es… es el pañuelo que te di cuando éramos pequeños? —Las lágrimas empezaron a reunirse en mis ojos, no pude apartar los ojos de los suyos—. ¿Lo has guardado todo este tiempo?
—Pues claro que sí, pequeña —susurró cuando se acercó a mí y me dio un pequeño toque en la nariz con el dedo índice.
Era la primera vez que utilizaba un mote cariñoso conmigo, hasta ahora solo me había llamado Crys, Crystal o Carver. Me podría acostumbrar a la palabra pequeña. Sonreí ampliamente como respuesta, intentando no emocionarme por el tema del pañuelo.
—Creo que subestimas lo importante que eres para mí, Crys. Guardé el pañuelo porque fuiste la primera persona que me trató bien sin necesidad de hacerlo. Tu bondad cambió algo dentro de mí, y este pañuelo es el recuerdo físico de todo ello —dijo orgulloso con su plato de pasta en la mano.
—No lo subestimo, pero eres más detallista de lo que jamás imaginé, Munson.
El rostro de Eddie se iluminó con una sonrisa que me dejó sin aliento. Jamás me acostumbraría a la idea de que una sonrisa como aquella podría ser por mí. Él se acercó y cogió mi rostro con ambas manos para depositar un pequeño beso sobre mis labios. Después, se sentó a la mesa y empezamos a comer.
Hablamos de mil cosas mientras comíamos, tal y como cuando éramos solo amigos. No dije nada sobre la pasta, ya que había sido un detalle que se ofreciera a hacerme la cena y por poco que fuera, estaba genuinamente muy agradecida. El miedo que tenía se esfumó por completo, y los nervios que sentí al principio por si pasaba algo más se disiparon. Eddie solo me había invitado a su casa, solo quería que nuestro lazo fuera más íntimo de ese modo, nunca quiso extralimitarse de ninguna forma y eso me hacía sentir mejor de lo que esperaba.
♥
Al despedirnos, ya en mi casa, Eddie sacó de debajo de su chaleco un pequeño ramo de flores blancas. Me las ofreció con algo de timidez, y yo me sonrojé más de lo que me había sonrojado nunca hasta aquel momento.
—Una vez me dijiste que si te seguía regalando flores... —Rio suavemente y dejó la frase sin terminar, mirándome a los ojos y despidiéndose de mí con un beso en los labios.
Nunca supe si lo había dicho en serio, pero la sola idea de que así fuera hacía que sintiera mil mariposas revoloteando en el estómago.
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Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]
RomansaTras el giro de realidad que ha vivido, Crystal Carver tiene una cosa muy clara: no quiere volver a saber nada de Eddie Munson. ♥ Historia diferente a la de la serie. No hay trama paranormal. ♥ Enemies to Lovers ♥ +18 ♥ TW: Sexo explícito, drogas, a...