Si dijera que no pasé todo el resto de la tarde nerviosa como una niña pequeña, estaría mintiendo. No me moví del instituto ni de aquel bordillo donde me encontraba, solo me limité a dibujar más y más garabatos y a pensar en las mil posibilidades y mil conversaciones que podría tener esa noche.
¿Qué cara pondría Eddie? ¿Me negaría la entrada? ¿Le daría totalmente igual? No sé lo que significa para él que yo vuelva a entrar, solo sé que para mí es un sentimiento tan potente que me dan náuseas y vértigos cada vez que lo pienso demasiado. Me sudan las manos, no pienso con claridad, me pierdo en las paranoias que creo que van a suceder...
En el cuaderno de mi regazo había decenas de formas sin sentido, tan llenas de tinta que parecían dibujadas por un esquizofrénico. Entre ellas destacaba un pequeño demonio con ojos amarillos que me rogaba volver a donde pertenecía, a esa mesa llena de inadaptados que tanto se parecían a mí. El demonio original de Hellfire, mi creación impresa en todas esas camisetas que veía a diario. El boceto que un día creé estando en los brazos de Eddie, el día que ambos decidimos formar el club.
—No puedo volver como si nada, Az, no soy tan fuerte. No me aceptarán.
Obviamente el demonio no contestó, se limitó a seguir mirándome con esos ojos brillantes, tan brillantes como los de Eddie. Suspiré tan fuerte que me dolió el pecho y apreté el lápiz sobre el dibujo, rayando toda su extensión hasta que ya no quedaba nada de él en la hoja.
A las 19:55 me encontraba en la puerta principal esperando a los dos chicos. Me miré en el reflejo del cristal unas diez veces antes de que llegaran, y cuando los vi me entró un pánico irracional que a duras penas pude esconder de Dustin, que me miraba nervioso y con recelo.
—No te irás a rajar, ¿no Crys?
Negué varias veces con la cabeza, vigilando mi respiración y haciendo un gesto para que pasaran delante de mí.
El pasillo que llevaba al aula del club no era muy largo, pero a mí se me hizo eterno. La puerta estaba cerrada, y al llegar a ella pasó por mi mente el impulso de salir corriendo y no mirar atrás, pero eso era algo que haría Eddie, no yo; yo me había comprometido con estos dos chavales ilusionados.
Al entrar, él era todo lo que podía ver. Eddie estaba sentado en la mesa principal, los codos sobre la mesa y sus manos anilladas entrelazadas. Hablaba con Nick y Samuel, y solo giró la cabeza para mirar cuando Dustin saludó efusivamente. Su mirada se encontró con la mía en el mismo segundo que se percató de mi presencia en la sala; para él era tan sorprendente como para mí, podía notarlo en su rostro.
—Ni de coña, Henderson.
Su afirmación me dolió como una puñalada, pero no había venido a ser humillada, había venido para jugar.
—¿Tanto miedo te da que vuelva a jugar la cofundadora del club?
Dustin y Mike palidecieron, Sam y Nick me miraban atónitos y Eddie tenía la mirada encendida y las fosas nasales más abiertas de lo normal. Le había dado donde más le dolía: en su liderazgo.
—Te recuerdo que nadie te echó de aquí, que fuiste tú la que desertaste y renegaste de nosotros. No me gustan los desertores, cariño.
Apreté la mandíbula al escuchar su última palabra, abrí la boca para ladrarle una respuesta pero Dustin me interrumpió.
—Todos merecemos una segunda oportunidad, Eddie, déjala jugar, será solo esta vez. Necesitamos otro miembro en la campaña o nos tendremos que ir a casa. Crystal se ha portado muy bien con nosotros e incluso me deseó suerte antes de unirme al club, me... me dijo que ojalá disfrutara tanto como disfrutó ella.
Eddie se levantó y acercándose a mí volvió a mirarme fijamente a los ojos, casi preguntándome sin palabras si lo dicho por Dustin era cierto, si de verdad había hablado bien del club después de nuestra ruptura.
—¿Es eso cierto, Carver? —La mirada de Eddie era tan profunda que me sentía desnuda y desprotegida.
—Yo nunca miento, Munson, aunque eso lo sabes mejor que nadie.
Tragaba con dificultad, estaba tan cerca de él que podía oler cada tono de su perfume barato. Sentía los cítricos mezclados con tabaco tan dentro de mi cerebro que solo podía pensar en volver a sentir su piel contra la mía, en dejar de resistir el deseo de entrelazar mis dedos en su pelo una vez más.
—Una partida. Pero tengo una condición. —Una sonrisa pícara afloró en su rostro y junto a ella algo tironeó de mi corazón. —Al terminar la partida espérame, me gustaría tener una... reunión contigo.
—Hecho. Espero que no me des mucho la chapa, Munson, no quiero llegar tarde a casa.
Eddie rio suavemente antes de volver a sentarse en su asiento, colocar las guías del juego y dar comienzo a la partida.
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Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]
RomanceTras el giro de realidad que ha vivido, Crystal Carver tiene una cosa muy clara: no quiere volver a saber nada de Eddie Munson. ♥ Historia diferente a la de la serie. No hay trama paranormal. ♥ Enemies to Lovers ♥ +18 ♥ TW: Sexo explícito, drogas, a...