Capítulo 31

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Eddie

Cuando Crystal se marchó a casa y me quedé solo en esa cabaña, sentí mucho frío. No solo el frío de cuando el termómetro marca baja temperatura, también el frío de la soledad y la desesperanza. Al menos en mi caravana estaba el tío Wayne y me sentía seguro, pero aquí no había más que cuatro paredes y una larga noche para pensar.

Por mi cabeza pasaba la imagen de Chrissy corriendo por ese sendero oscuro una y otra vez, como burlándose de mí, como si mi cerebro me repitiera incesantemente que yo pude hacer algo más por esa estúpida chica y que si hubiera sido más listo y menos egoísta, ahora no estaría medio pueblo buscándome con escopeta en mano.

Cuando pasaron un par de horas y no pude conciliar el sueño, me levanté del polvoriento colchón para curiosear en el almacén de los Carver y hacer mi noche más amena. Encontré toda clase de juguetes de los gemelos, ya raídos y comidos por los ratones que habían entrado a la casa con el paso de los años. Cajas llenas de discos de vinilo, de revistas y periódicos antiguos, de utensilios de cocina que alguna vez tuvieron una vida mejor...

Los Carver eran la típica familia común y corriente que yo en el fondo siempre había anhelado tener; una madre que me preparara el desayuno antes de ir a clase, un padre que me llevara a ver partidos de baseball y un hermano con el que hacer campeonatos de pedos y eructos. Una infancia en la que no hubiese pensado en el dinero, en lo que podía o no podía comer, en que mi ropa no llamara la atención por lo pobre que parecía... Algo que la amplia mayoría no aprecia porque es lo normal para ellos, y no los culpo.

En otra de las cajas había material de dibujo: lienzos, botes de pintura ya totalmente secos y pinceles con las puntas duras como rocas. En esa misma caja había varios cuadernos y carboncillos rotos, así como algunos lápices, seguramente de una pequeña Crys que empezaba a hacer sus pinitos dibujando. Soplé el polvo de uno de los cuadernos y lo acaricié, como si acariciara el cabello de Crystal y estuviera conmigo ahí en ese mismo instante. Abrí el cuaderno y agarré un lápiz, dispuesto a escribir algo.

Yo, que llegué sin sentido a este mundo, que mi sola existencia es la desgracia de algunos, la vergüenza de otros, la mofa de tantos.

Tú, la princesa de este feo planeta, la constelación de estrellas que jamás deja de brillar.

Si lees esto, seguramente no me habrá pasado nada bueno. Quizá simplemente me den una paliza, pero quizá me peguen un tiro y no pueda decirte esto nunca más:

Me habría encantado darte mil besos más de los que te di, dos mil caricias más de las que pude darte. No valoré lo que tuve hasta que lo perdí, y ahora que mi destino es tan incierto, me arrepiento de haber malgastado cada uno de los alientos que no te pertenecieron a ti. Cada lágrima que derramaste por mí es como un puñal que se me clava en la garganta, que me deja sin respiración y sin ganas de seguir adelante.

Sin ti nada habría merecido la pena. Sin ti no me habría atrevido a ser quién soy, a ponerme la armadura que llevo puesta, la que frena cada insulto y cada risa que me dedican. Sin ti mi vida habría sido tan mediocre y desoladora que probablemente habría acabado con ella hace años.

Por muchos meses pensé que era un error retenerte y mantenerte a mi lado, que alguien como yo no te merecía, que merecías un rey, alguien que te lo pudiese dar todo, que nunca te faltara de nada hasta el día de tu muerte. Pensé egoístamente en verte ser feliz desde lejos y conformarme con eso durante el resto de mi pobre y miserable vida.

Pero ¿por qué? Quizá yo no pueda darte joyas, quizá no pueda llevarte de viaje por Europa, pero lo que sí puedo es dedicar cada segundo que me queda en hacerte feliz de la única forma que sé: amándote.

Pienso en mi futuro y solo te veo a ti. Más joven, más mayor, con hijos, sin hijos, incluso te imagino siendo una pequeña anciana y cogiendo mi mano en mi lecho de muerte. Mire hacia donde mire solo te veo a ti, Crystal.

Deseo vivir muchos años a tu lado, sentir que tengo al amor de mi vida junto a mí, que siente el mismo amor profundo que yo siento por ella. Quiero que me veas triunfar como guitarrista, o como camarero, sinceramente me da igual. Solo quiero que sea contigo.

Ojalá los sueños se cumplan y las estrellas me escuchen, porque no dejaré de soñar contigo,

Eddie

Arranqué la hoja suavemente para no romperla, la doblé un par de veces y escribí "CRYSTAL" en una de las caras. Metí mi carta bajo la almohada de la cama y me volví a tumbar, deseando poder dormir y que acabara la pesadilla que estaba viviendo de una vez por todas.

Las últimas imágenes que pasaron por mi cabeza antes de cerrar los ojos fueron las de Chrissy desapareciendo en la oscuridad para nunca poder volver.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora