Capítulo 37

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Eddie

Habían metido a Crystal en el quirófano de urgencias y cada minuto pasaba tan lento que me parecían horas. Jason estaba a mi lado con la mirada clavada en el suelo desde que llegamos aquí, ambos manchados de sangre seca hasta el cuello.

Por mi cabeza pasó varias veces la idea de estrangularlo hasta acabar con su vida, y Dios sabe que lo habría hecho de no ser porque Crystal no me lo perdonaría jamás. Él, para desgracia de todos, era sangre de su sangre al fin y al cabo.

Habíamos traído a Crystal inconsciente, había perdido muchísima sangre y nos habían dicho que de tardar un poco más, quizá habría muerto. Aún no había podido asimilar del todo aquella situación, mi cabeza daba tantas vueltas que a veces olvidaba el hecho de que estaba en un hospital junto a la persona que más odiaba en el mundo.

Los médicos salían y entraban con frecuencia de aquella sala, pero ninguno respondía a mis preguntas. Algunos me miraban con pena, otros con desconfianza. Los ojos de las enfermeras no me decían nada bueno del estado de Crystal. Llevaba tanto tiempo con los dedos entrelazados bajo mi barbilla que ya los podía notar totalmente agarrotados y me dolían las marcas de los anillos en mi piel.

Los señores Carver no tardaron en acudir, ambos en evidente estado de nervios. Su padre, un señor alto y ancho de espaldas, a priori no parecía muy afectado de no ser por el tick que tenía en la rodilla, que desmontaba toda su fachada de tranquilidad. Su madre, en cambio, no paró de llorar desde el momento en el que entró a la sala. Al principio y como cabía esperar, me culpó a mí, pero Jason le contó la verdad a su madre, que se puso a llorar más fuerte después del duro descubrimiento de que su hijo había estado a punto de matar a su propia hermana.

Los siguientes en venir fueron el jefe de policía Hopper y sus dos agentes de confianza, quienes en un principio también me miraron con desconfianza y culpa. Sin necesidad de que preguntaran, Jason se levantó sin despegar la mirada del suelo, totalmente destrozado.

—He sido yo. Quería matar a Munson por lo que le hizo a Chrissy, pero mi hermana se puso delante y ella se llevó la bala en su lugar —murmuró Jason en tono bajo, con la voz rota y llena de vergüenza.

—Llevaos al chico a comisaría, yo me quedaré aquí por ahora —respondió Hopper, sentándose a mi lado y dándome un par de manotazos en la espalda.

El agente con gafas esposó a Jason y lo llevó hacia la salida y cuando todos se fueron y los padres de Crystal se limitaban a lamentarse en la fila de sillas de enfrente, el jefe Hopper empezó a hablarme.

—Hiciste bien en esconderte, Ed. El pueblo está muy afectado por la desaparición de la chica. En este pueblo no pasaba nada extraño desde el 63 —llevó un cigarrillo a sus labios y lo encendió, dando la primera calada—, es normal que estén nerviosos. Tienes que tener paciencia y rezar porque Chrissy aparezca. —Su voz era tenue, al mirarle a los ojos pude ver compasión en su mirada.

—A estas alturas me da igual lo que me pase, Hopper; si Crystal no sale viva de ese quirófano me presentaré voluntario para que esos paletos me quemen vivo si hace falta —dije desviando la mirada y sonriendo de lado amargamente.

Hopper calló durante unos segundos, sopesando mis palabras mientras daba un par de caladas a su cigarrillo. Tuve la sensación de que quiso decir algo más, pero al final cambió de tema.

—Tendremos que llevarte a comisaría en algún momento, intentaré que sea tras la operación de Crystal —sentenció.

Asentí un par de veces, Hopper me volvió a palmear la espalda con cariño y se levantó para hablar con los señores Carver.

Después de lo que me pareció una eternidad, un médico salió del quirófano, dirigiéndose a la familia de Crystal. Yo me acerqué con cautela y los Carver sorprendentemente no me dijeron nada, solo me miraron con lástima.

—La estabilidad de su hija es delicada por el momento, su pronóstico es grave. La pérdida de sangre ha sido lo peor, la operación de su hombro ha salido bien pero ella... Ella ahora está en coma. Lo siento mucho.

—¿En coma? ¿Mi niña está en coma..? —balbuceó la señora Carver, empezando a llorar de nuevo.

El señor Carver estaba pálido, el médico cerró los ojos despacio e hizo una mueca de tristeza antes de darse la vuelta para retirarse. Pensé por un momento que la madre de Crystal se deshidrataría tras tanto llanto, pero sus lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos. Yo, sin embargo, ni siquiera podía llorar.

—Doctor, ¿podemos verla al menos? —Me adelanté rápidamente e intenté detener al médico que ya casi volvía a entrar por la puerta de quirófano.

El médico pareció dudar unos instantes, pero al final asintió pesadamente.

—Solo cinco minutos, Crystal tiene que descansar —añadió el doctor.

Los tres entramos en la sala de quirófano. Crystal estaba rodeada de máquinas, aún tenía parte del rostro manchado de sangre y estaba conectada a una máquina de oxígeno para poder respirar con normalidad. La imagen de ella en ese estado me perseguirá para siempre en mis pesadillas. No podía evitar culparme de todo lo que había pasado. Ella estaba en aquella cabaña para cubrirme, se puso delante de mí porque no podía vivir con la idea de que me pasara algo, y ahora yo corría con esa suerte.

Me acerqué lentamente a donde estaba acostada, pero no me atreví a tocarla, no me lo merecía. Me limité a mirarla una y otra vez hasta que noté los brazos del doctor que me empujaban hacia la puerta.

En ese momento, después de cinco horas en esa horrible sala de espera, me permití llorar. Lloré durante tanto tiempo que cuando levanté la cabeza ya no quedaba nadie allí, ni siquiera los padres de Crys. Me llevé las manos al pelo y tiré de él con fuerza, ahogando los gritos en las palmas de mis manos. El dolor ya no me importaba, ni las personas que me pudiesen estar viendo sufrir.

Lo único que me importaba es que mi pequeña despertara y ser capaz de decirle todo lo que sentía y nunca le dije, todo lo que merecía escuchar.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora