Capítulo 21

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Eddie

Las emociones se agolpaban en mi pecho, una tras otra. Tener a Crystal encima de mí sacaba por igual mi deseo más primario y la devoción que sentía por ella. Quería devorarla, pero también adorarla como se merecía, como la diosa que era.

Tras despojarme de la camiseta, podía notar cómo Crystal se contoneaba contra mis vaqueros, lenta pero intensamente para notar mi ya notable erección contra su entrepierna. Sin decir una palabra, ella misma se desprendió de su camiseta y bajó nuevamente a mi boca, lamiendo el labio que tenía roto con tan poca prisa que dolía.

—Crystal... si sigues así no voy a poder controlarme. —Respirar empezaba a resultarme difícil.

Ella se limitó a sonreír sobre mi boca, pero yo tomé su cabeza entre mis manos y tras dar varios besos en la zona, mordí su cuello con intensidad, sacándole un grito de placer. Ella me clavó las uñas en los hombros, acercando más si era posible nuestras caderas. Bajé para dar otro mordisco, y cuando ella volvió a gritar le arranqué el cierre del sujetador y dejé sus pechos libres para mí.

Tomé en mi mano cada uno de ellos con toda la gentileza que me fue posible dada mi excitación: besando, lamiendo y mordiendo cada centímetro de sus senos. Crystal había desabrochado su pantalón para llevar una mano a su entrepierna y estaba gimiendo sensualmente sobre mí.

Mi erección era tal que no aguanté más: coloqué a Crystal sobre mis muslos y liberé mi sexo por completo. Ella seguía tocándose y retorciéndose de placer, mordiéndose el labio con la mirada fija en mis ojos.

—Voy a hacerte el amor, Crystal; Voy a hacerte mía de tal forma que no vas a querer que nadie más te toque nunca. —Agarré la mano que estaba en su entrepierna y la llevé a mi boca, lamiendo sus dedos con paciencia y deseo, probando bien su sabor.

Ella se levantó para retirar la ropa que le quedaba, se quedó de pie ante mí completamente desnuda con la boca entreabierta y el pecho subiendo y bajando rápidamente por la excitación. Aproveché para imitarla y quedarme totalmente desnudo delante de ella, pero no tardé en tomarla en brazos con mis manos bajo su trasero, devorando su boca como un animal.

Estando así en mis brazos notaba cómo mi sexo rozaba el suyo, empapado y excitado por sus tocamientos. Pegué con suavidad su espalda a la pared y aproveché para penetrar lentamente a Crystal, quien pegó la cabeza a la pared gimiendo intensamente al notar mi pene por primera vez.

—Eddie... —Al escuchar mi nombre la embestí con más fuerza, su voz se entrecortó—. ¿Me deseas, Eddie?

Mis manos se cerraron en torno a sus nalgas y la penetré más lentamente, pero manteniendo la intensidad y llegando a lo más profundo de su ser con cada nueva embestida, jadeando por la excitación y notando cómo el sudor empezaba a correr por todo mi cuerpo.

—Te deseo tanto que mataría por estar dentro de ti, pequeña. Daría todo lo que tengo para que fueras mía, Crystal. Todo.

Descansé mi boca sobre la suya, besándola y jugando con su tímida lengua entre jadeos y gemidos. Ella clavaba sus uñas en mi espalda y la arañaba con fuerza, haciéndome gemir.

—No tienes que dar nada, ya soy tuya, Eddie. Créetelo de una puta vez. —Crystal agarró mi pelo con ambas manos y tiró de él, sacándome un jadeo grave—. Quiero que me hagas tuya todos los días de mi vida. Quiero sentirte dentro de mí hasta el día en que me muera, Eddie Munson.

Agarré sus manos y, pegando más mi cuerpo al suyo, las puse sobre su cabeza y empecé a penetrarla más intensamente. Sus pechos quedaron a la altura de mi boca y los devoré con lentitud, mordisqueando sus pezones y sacando más gritos y gemidos de su garganta. Noté cómo la humedad de Crystal se incrementaba a medida que la seguía penetrando, facilitándome el trabajo.

—¿Quieres que te folle todos los días de mi vida, Crys? Porque no me lo vas a tener que decir dos veces. He querido estar dentro de ti desde hace tanto tiempo que ni lo recuerdo, eres la viva imagen de la lujuria para mí, la musa que siempre he tenido para darme placer en soledad.

Para mi sorpresa, las mejillas de Crystal se tornaron rojizas. Me miraba fijamente a los ojos con su labio entre los dientes para acallar sus constantes gemidos.

—Eddie... —Los ojos de Crystal se ponían en blanco por la fuerza de mis embestidas. Yo estaba a punto de correrme con ella—. Te necesito, no te alejes de mí. Por favor... No...

—Te amo, Crystal Carver. —La pegué más a la pared y me agarré con más firmeza a sus manos para terminar dentro de ella, notando cómo la llenaba por completo de mí—. No me pienso alejar de ti de nuevo. Nunca más.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora