Capitulo 20

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Crystal

Caminé hasta la casa de los Byers y pegué a la puerta enérgicamente. Al cabo de un par de minutos asomó Jonathan por la puerta semicerrada, parecía asustado.

Tenía la cara completamente destrozada. Varias heridas cubrían sus dos pómulos, que estaban amoratados e hinchados. Uno de sus ojos apenas se podía abrir y tenía el labio inferior roto al igual que Eddie. Abrí mucho los ojos y empujé la puerta un poco para que me dejara pasar.

—Jonathan, Dios mío. ¿Cómo te encuentras? —Estaba a punto de echarme a llorar. Solo verle la cara dolía, ciertamente estaba mucho peor que Eddie.

—Me duele todo... Yo...

Pareció buscar palabras que nunca salieron de su boca, yo seguía de pie mirándole con preocupación y ansiedad.

—¿Qué pasó anoche? ¿Por qué te pegó Munson? Me he enterado en la comisaría, no puedo creer que te haya hecho todo eso.

—Está loco, Crystal. Ese chico está seriamente mal de la cabeza. Me destrozó la cara y los riñones a patadas. —Jonathan negaba con la cabeza, asustado y visiblemente agobiado.

—¿Pero qué pasó? Eddie no haría eso sin venir a cuento, le conozco lo suficiente. ¿Dijiste algo de mí? No sé, ¿le hablaste de lo nuestro y se enfadó?

—Está celoso, Crystal. No puede aguantar el hecho de que estés bien conmigo, parece que está obsesionado contigo... Yo no hice nada... —Casi parecía que iba a hacer pucheros.

Fruncí el ceño, quería creerle pero me resultaba imposible imaginar que Eddie hiciera eso solo por celos. Además, no me habría dicho que viniera a ver a Jonathan si no hubiese pasado algo más.

—¿Estás seguro de que solo pasó eso? Lo siento, quiero creerte pero me cuesta imaginar que pasó tal y como tú lo cuentas.

Jonathan me miró con cierto desprecio en sus ojos, se alejaba de mí poco a poco. Yo cada vez estaba más confusa y perdida en todo este asunto.

—Está bien, Jonathan. Si tú lo dices... —Suspiré—. No sé cómo asimilar esto, no es nor...

—¡Cielo! ¡Estás aquí! —Una voz femenina me cortó y apareció detrás de mí una chica, que entró por la puerta y abrazó a Jonathan, que se había quedado pálido.

—Ah... ya veo. —Las mejillas me empezaron a arder de repente, los puños me pedían a gritos terminar con el trabajo que había empezado Eddie la noche anterior, pero lo pude controlar—. Así que esta es Nancy, tu novia, ¿no?

Sonreí con toda la falsedad que había heredado de mi madre aunque las lágrimas me quemaban en los ojos y la sangre me hervía.

—¡Sí! Soy yo, ¿y tú eres..? —Nancy mostraba una sonrisa preciosa. Parecía una muy buena chica solo por su forma de hablar y sus gestos amables.

—Yo también era su novia hasta hace... un minuto aproximadamente. —Miré mi reloj de forma dramática entre risas—. Espero que contigo sí sea sincero y te cuente qué cojones pasó ayer. Yo ya me iba de todas formas, para compartir espacio con un gilipollas ya tengo a mi hermano en casa.

Por suerte, la caravana de Eddie no estaba muy lejos de la casa de Jonathan, así que llegué bastante rápido y golpeé la puerta con ansiedad, notando cómo me estaba derrumbando poco a poco.

—Dios mío, Crystal, vas a abollar la puerta, no seas bruta que ya te...

Eddie me vio por la ventana antes de abrir la puerta; se quedó callado cuando vio cómo mi cara estaba completamente desencajada por las lágrimas y mis manos cerradas en puños.

Rápidamente al salir, Eddie me tomó entre sus brazos y me apretó contra su pecho poniendo una de sus manos en mi cabeza.

—Mi pequeña... —Eddie me abrazaba con más fuerza y yo no podía parar de llorar—. Tendría que haberlo matado. Tendría que haber acabado con la vida de esa puta rata desagradecida.

Sin parar de llorar levanté un poco la cabeza sin dejar nuestro abrazo y lo miré a los ojos, tomando su cara en ambas manos.

—Eddie... Gracias por cuidarme. S-siento mucho no haber confiado en ti. —Casi no podía vocalizar con el mar de lágrimas que bajaba por mi rostro—. Siempre me has protegido, siempre has cuidado de mí desde lejos. ¿Por qué? ¿Por qué si después no quieres que sigamos siendo amigos, ni nada más..?

—Crystal, te voy a cuidar hasta el día en que me muera. —Eddie me miraba a los ojos con una intensidad que nunca había visto—. Eres la persona más importante para mí, por eso intento alejarme de ti, pero no puedo. No quiero y no puedo.

—¿Qué sentido tiene eso, Eddie? Siempre me dices lo mismo y nunca seré capaz de entenderlo. Yo decido si me convienes, no tú. —Sin separar mis manos de su rostro, me acerqué más y bajé el tono de mi voz—. No quiero perderte, si no me quieres como novia, al menos déjame ser tu amiga, pero no sigas alejándome de ti de esta manera. Te necesito y tú me necesitas, ¿es que no lo ves?

—Pues claro que lo veo, Crys. Te necesito cada maldito día de mi existencia, eres uno de los pocos motivos por los que quiero seguir viviendo. Sin ti soy un desgraciado... No quiero ni tocar la guitarra, ni escuchar música, ni jugar D&D... No si tú no estás a mi lado, Crys.

—Estoy aquí. —Por inercia acerqué mi cara a la suya un poco más—. No me voy a ir. Nunca me voy a ir.

—No... —Eddie acercó sus labios a los míos, pasando sus manos por mi espalda hasta llegar a mi cintura.

Podía sentir el sabor salado de mis lágrimas en mitad de nuestro beso, pero no podía parar. No ahora. Hice que camináramos hacia atrás hasta llegar a un sofá destartalado que había en la estancia, donde después de separarme de sus labios, lo senté y me puse a horcajadas sobre él.

—Te necesito, Eddie. —Le retiré la camiseta de nuestro club para dejarlo con el torso desnudo—. Necesito que me hagas brillar de nuevo.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora