Capítulo 16

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Crystal

Hace ocho años

Jason y yo estábamos en el parque, mamá nos había traído como cada tarde para jugar en los columpios y deslizarnos por los toboganes. Hacía bastante calor, tanto que estaba sudando y me notaba muy cansada, así que fui a pedirle una botella de agua a mi madre.

Al regresar con mi hermano, éste se estaba pegando con otro chico; estaba rapado, vestía un chándal un poco antiguo y tenía una pequeña herida en la boca, seguramente cosa de Jason. Yacía en el suelo mirando a mi hermano con temor.

—¿Qué haces, Jason? ¿Por qué le pegas?

—Me ha dicho que si podía ser mi amigo. —Se rio sonoramente—. Huele mal y tiene agujeros en la ropa, ¡qué asco!

Instintivamente fui a ayudar al chico que estaba tumbado en la arena, con el rostro adolorido y a punto de llorar.

—Eres tonto, ¡se lo voy a contar a mamá y y te va a castigar! —grité en dirección de mi hermano muy enfadada.

Le ofrecí la mano al chico, que se levantó y fue a sentarse al banco más cercano. Me senté con él y le di un pequeño pañuelo que tenía en el bolsillo del vestido, sonriente.

—Toma, para que te limpies la sangre de la boca. ¿Cómo te llamas? —Sonreí todo lo ampliamente que pude para hacerle sentir más seguro.

—Eddie... —Agarró el pañuelo y se dio gentilmente en la comisura de la boca—. Gracias, no me duele, no te preocupes.

El chico estaba haciendo pucheros, era bastante obvio que sí le dolía. Me limité a seguir sonriendo, dándole unos golpecitos en el hombro.

—Seguro que se te cura pronto, Eddie. Yo soy Crystal, y el mendrugo que te ha hecho eso es mi hermano, por desgracia.

A Eddie le chorreaba el sudor en la cara, pero mostró una leve sonrisa.

—Toma. —Le tendí la botella de agua medio llena que me había dado mi madre—. Bebe, que seguro que te sientes mejor.

—¡Crystal! ¡Nos vamos, hija! —gritó mi madre desde la entrada del parque.

—Me tengo que ir. Yo vengo a jugar todos los días aquí, si vienes otra vez podemos jugar juntos.

Sonreí de nuevo ampliamente a Eddie, que me miraba con ojos brillantes.

—Gracias Crystal, vendré más a este parque entonces. ¿Quieres... quieres ser mi amiga?

—¡Ya lo soy! —Eché a correr riendo—. ¡Adiós, Eddie!

Hace siete meses

—¡Corre, Ed, nos van a pillar!

Salí corriendo llena de adrenalina, parando en un callejón para esperar a Eddie. Acabábamos de robar en una tienda de la ciudad, pero la dependienta era muy mayor y no nos había visto la cara. O eso creíamos.

Eddie llegó sin aliento y se apoyó en la pared junto a mí, dejándose caer hasta quedarse sentado en el suelo. Yo hice lo propio y pusimos ambas bolsas con los objetos robados delante de nosotros.

—Tú primera, Crys. —Eddie me miraba con expectación.

Saqué cuatro latas frías de cerveza, dos paquetes de patatas fritas, una revista llamada "Heavy Metal" y un cassette de DIO.

Inmediatamente Eddie agarró la revista y el cassette y sonrió de oreja a oreja, dándome un abrazo de lado.

—Joder, me conoces mejor que nadie, Crys. Muchas gracias. —Rebuscó en su bolsa—. Me toca.

Eddie sacó un par de latas de coca-cola, una tableta de chocolate, un cuaderno para dibujar y un paquete de lápices con distintas durezas.

—¡Dios mío! —chillé—. ¡Tenía que comprarme un cuaderno nuevo, Ed! ¡Muchas gracias! No puedo creer que ya llevemos siete años siendo amigos. Qué rápido pasa el tiempo.

—Y cada año lo celebramos de una forma más extraña. —Eddie pasó su brazo por mis hombros, contento.

—Somos extraños, señor Munson. —dije con una voz más grave de lo habitual, imitando a alguien mayor.

—La verdad es que me habría gustado celebrarlo de otra forma, Crys. Quiero llevarte a un sitio, ¿confías en mí?

—Claro que sí, pero espero que no sea una broma, que nos conocemos.

Eddie negó con la cabeza y me agarró de la mano para echar a andar. Me pareció un gesto raro en el momento, pero no se la solté en todo el camino, sentía que el lugar de mi mano era entrelazada con la suya.

Al llegar a un punto concreto cerca de una colina de Hawkins, me soltó y llevó sus manos a mis ojos, colocándose detrás de mí, tan cerca que notaba su pecho subiendo y bajando por el cansancio.

—¿Qué haces? ¿Me vas a tirar colina abajo?

Rei mientras me empujaba suavemente para que andara hacia delante. Él se limitó a chistarme para que no hablara. Al cabo de unos minutos caminando, Eddie me dio la vuelta y me destapó los ojos, pero solo podía ver su cara.

—¿Preparada, Carver? —A Eddie le brillaban los ojos como a un cervatillo.

Asentí y al darme la vuelta estaba ante el paisaje más bonito que había visto en mi vida. Desde ese punto de la colina podía apreciarse buena parte del bosque desde arriba, y en el horizonte se veían las tenues luces de la ciudad que ya empezaba a iluminarse.

—Es precioso, Eddie. Son las vistas más bonitas de Hawkins que he visto. Gracias por traerme. —Sonreía genuinamente, el paisaje me daba mucha tranquilidad.

—Te equivocas —se colocó delante de mí—, las vistas más bonitas las tengo justo en frente de mí, Crystal.

¿Cómo? —Me quedé boquiabierta, confusa y mirando a Eddie con cara de tonta.

Él tomó mi rostro entre sus manos, notaba los grandes anillos fríos en mi mandíbula. Negó con la cabeza en una risa muy breve y pegó sus labios a los míos, besándome por primera vez.

¿Quieres ser mi novia, Crystal Carver?

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora