Capítulo 26

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Crystal

Era viernes de "El culto de Vecna" y por fin iba a volver a jugar D&D con los chicos otra vez. Estaba impaciente por que llegaran las 19:00 y ver las caras de los demás al verme jugar de nuevo.

Quedé con Eddie en que entraríamos por separado para que la sorpresa fuera mayor, así que allí estaba en la puerta tan nerviosa que me sudaban las palmas de las manos. Estuve medio escondida viendo cómo Dustin, Mike y los demás entraban antes que yo, todos visiblemente emocionados por continuar con la campaña un día más.

Cuando la sesión dio comienzo, escuché cómo Eddie pidió silencio para empezar a narrar la aventura.

—... los intrépidos protagonistas de esta aventura continúan buscando a los adoradores de Vecna. Llegáis a una taberna, alejada de todos los caminos y enterrada en el Bosque Negro. Allí, os atiende un anciano decrépito que viste una sospechosa capucha negra. Al veros, el viejo sonríe de forma diabólica y, sabiendo quiénes sois, desenfunda su vieja espada negra. —Podía escuchar pequeños gritos de sorpresa—. Al alzarla, no tenéis tiempo de sacar vuestras armas pues os acaba de pillar totalmente desprevenidos y con el culo al aire, así que rezáis vuestras últimas y penosas plegarias viendo la vida pasar delante de vuestros ojos pues la muerte está próxima, al menos hasta que una flecha atraviesa la garganta del anciano, haciendo que éste caiga muerto en el acto sobre el mostrador. —Dustin gritó de emoción, podía reconocer su voz desde aquí—. Cuando levantáis la cabeza y buscáis con los ojos a la persona que ha tirado la flecha que os ha salvado la vida, no veis a otra que a Amathyst, la cazadora oscura.

Al escuchar el nombre de mi personaje mi corazón latía un poco más rápido. Entré por la puerta del aula sonriendo ampliamente, casi riendo.

—¿Necesitáis una jugadora más, chicos? Una... cazadora nivel 63, ¿por ejemplo?

—¡¿Nivel 63?! Dios mío, Crystal, pero ¡eso es imposible! Si tu personaje era nivel 3 la última vez que jugamos... —Mike frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—La última vez que jugó en esta campaña no llevaba a su personaje, llevaba un personaje creado solo para la suplencia de Lucas. Amathyst fue creada cuando la pequeña Carver tenía 11 añitos. —Eddie sonreía ampliamente, haciéndome un gesto para que tomara asiento—. Bienvenida de nuevo al Hellfire club, Crys.

—Alucinante. Eres más fuerte que el jefe final. —Dustin comenzó a reír y me dio un par de palmadas en la espalda.

Saqué el juego de dados que me había regalado Dustin en Navidad, y éste me sonrió ampliamente con su característica sonrisa. 

—Gracias por tenerme en cuenta, Henderson. No olvidaré lo que has hecho por mí. —Le di un pequeño beso a Dustin en la mejilla antes de empezar a jugar.


Al terminar la sesión de rol, Eddie se acercó a mí y apoyó ambas manos en mis hombros, mirando a los demás integrantes del grupo uno por uno.

—No quiero bromas, cuchicheos ni tonterías por el estilo. Crystal ha vuelto al club y quien no la acepte quedará expulsado permanentemente. ¿Queda claro? 

Eddie no tenía ni una pizca de diversión en su tono, era probablemente lo más serio que decía en la última semana.

—Entonces... ¿Estáis juntos? —Dustin lo preguntó con una sonrisa burlona que me sacó una pequeña carcajada.

—Eres un maldito cotilla, Henderson. —Eddie negó con la cabeza, sonriendo un poco—. Sí, estamos juntos, y esta vez espero que para siempre.

—Qué asco. —Mike se llevó un dedo a la boca imitando que vomitaba, los demás rieron levemente.

—Tranquilo Wheeler, cuando toques una teta por primera vez cambiarás de opinión. 

Me crucé de brazos y miré a Mike con una ceja alzada, divertida. Se limitó a irse mientras los compañeros reían todavía más. Al final, me dejaron sola con Eddie en el aula.

—¿Te he dicho alguna vez lo bien que narras y lo buenas que son tus campañas, Eddie? —Sonreí un poco al mirar cómo recogía los libros, las fichas y los dados.

—Unas cuantas, pero nunca me canso de oírlo, pequeña. —Rio suavemente—. No sabes lo feliz que me hace que hayas vuelto a jugar y al club. A nuestro club.

—Nunca me quise ir, pero no podía torturarme de esa forma viéndote semana tras semana como si nada hubiera cambiado. 

Eddie se acercó lentamente a mí y me estrechó entre sus brazos.

—Nunca debí haberte hecho daño, Crystal. Me arrepentiré de ello el resto de mi vida. No debí alejarte de lo que más te gusta, ni dejar que estuvieras tan sola durante tanto tiempo... 

—Yo también te he hecho daño, Eddie. No te tortures pensando en lo mal que lo he pasado, porque sé de buena tinta que tú no lo has pasado mucho mejor que yo, así que dejémoslo en empate y volvamos a empezar desde cero. 

Me levanté del asiento y pasé mis brazos por su espalda, fundiéndonos en un abrazo largo y calentito. Oler su champú masculino mezclado con cigarrillos ahora me parecía la mejor sensación del mundo. Olía a paz, a mi hogar.

De repente y sacándonos del trance, alguien empezó a pegar a la puerta del aula con fuerza, al cuarto golpe la puerta se abrió de forma violenta y ambos miramos incrédulos al policía que había entrado con un par de esposas en la mano y nos miraba con severidad.

—Edward Munson, quedas arrestado por la desaparición de Chrissy Cunningham.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora