Capítulo 2 (un trozo)

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Agradeció que se cerrara la puerta para permitirse andar con brío y poca elegancia en sus pasos. Lamentó no despedirse de su hermana, mas tarde iba a tratar de escribirle una nota para que no se preocupara. Su deseo urgente era irse de allí. No le apetecía estar con la arrogante y prepotente presencia del marqués, que parecía tener un nuevo objetivo en su pervertida mente.

Ella.

Gruñó para sus adentros mientras subía al carruaje. Pese a que, unos minutos antes había dado la apariencia de haber estado tranquila, estaba furiosa.

¿Cómo osaba burlarse de ella cuando había tenido todo tipo de mujer en su cama? ¿Por no decir que estuvo a punto de casarse con una meretriz desobedeciendo las leyes de la decencia? ¿Qué le despertaba a él que el único deseo de irritarla?

¿De verdad, lo creía?

No, solo era un entretenimiento pasajero que ni siquiera despertaba el menor interés en él. Solo estaba en su camino de paso, y lo que había dicho era para demostrarle su superioridad en cuanto a noble y hombre que era.

Apoyó la cabeza en el respaldo del vehículo, intentando que la calma volviera a ella. No podía perder el control de sus emociones, y mucho menos por un libertino como él aunque fuera el mismo encantador de serpientes. Porque eso era.

Un embaucador vanidoso e irritable.
Tan irritable como el vaivén de una mosca.

Cuando llegó a la residencia de los Shelford, se había calmado. Su vida continuaba y un marqués con aires de principito no iba a desestabilizarla.

Así se lo había jurado cuando años atrás, en su temporada de debutante, había sido deslumbrada por su magia barata y efímera.

Como les ocurrió a muchas que se dejaron embaucar para saborear la ilusión de estar en sus brazos, de ser la dueña de su corazón cuando no tenía dicho órgano en su pecho. De ser la que había conquistado y haberlo redomado de su libertinaje.

Cuando un hombre nunca cambiaba su naturaleza.

Una vez dentro de su casa, ya no hubo más pensamiento sobre él. Una vez le dedicó su tiempo a un sueño que se deshizo en cuanto a la noche acabó. Afortunadamente, para ella, pudo abrir los ojos antes de caer en su embrujo.

Siénteme (breve)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora