Capítulo 9 (breve)

745 181 8
                                    

También los caballeros tenían su momento de desconexión del mundanal ruido yendo al club a tomar una copa y fumar. No todos estaban por la labor, aunque algunos todavía quedaban de la vieja escuela y mantenían la tradición de ir al club.

- Amigo mío, sé que quieres ir a lado de tu adorable esposa y con tus hijos. Porque estés un rato conmigo, no te va a echar a los leones - Darian lo miró con una ceja enarcada, ambos sabían que no lo iba a echar a los enfurecidos felinos, sino más bien porque él no podía estar demasiado tiempo sin ellos.

Adam no pudo controlar el amago de envidia que sentía al saber que Darian lo acogerían unos brazos femeninos y afectuosos, y unos hijos a los cuales adorar. Removió su copa de brandy en un intento de no pensar demasiado sobre ello.

O más bien en alguien que no estaba dispuesta a ofrecérselo.

- Me dirás pues qué estamos haciendo aquí.

- Relajarnos, estirar las piernas, disfrutar de una copa - respondió desenfadado, aunque no con el entusiasmo con que lo acompañaba siempre -. ¿No sé qué es lo que supones que deberíamos hacer?

- Para eso, hubiéramos ido a mi casa que te habría invitado a una copa, podrías haberte relajado como un marajá y haber estirado tus piernas.

Se encogió de hombros sin darle más información, aunque el otro hombre pudo hacerse una idea del porqué no habían ido a su casa. No se lo preguntó porque Adam era de escurrir el bulto o de darle cero importancia a dicha cuestión. Sin embargo, le daba la sensación de que estaba más taciturno de lo que le había visto anteriormente. Ni siquiera cuando la señora Savage lo rechazó antes de celebrarse la boda, ni respecto a su hermana que había encontrado el amor en su cuñado. El que todos hubieran formado familia, quizás, le hubiera afectado también, aunque nunca lo hubiera dicho. Fuera la razón que fuese, no lo descubrió, ni se lo dijo.

- ¿Como qué está aquí su excelencia? ¿Ya se ha cansado de la dama de hielo? - Darian puso los ojos en blanco cuando apareció lord Person, un caballero con pocas luces en la cabeza -. Me imagino que lamiéndose las heridas después de darse cuenta de que la dama en cuestión no merecía la pena.

- ¿Person en serio se preocupa por mi vida amorosa? No tenía el conocimiento de que estuviera muy puesto para deducir que estoy triste.

- Reconócelo, si lo está. No pasa nada porque haya sido rechazado. Todos estamos de su lado, Werrington. No es fácil lidiar con una fiera, aunque pudiera ser un placer en domesticarla.

Darian le echó una mirada de reojo y atisbó una sonrisa helada en su rostro.

- Creo que no deberían estar de mi parte. A lo mejor, se ha dado cuenta de que soy un caso perdido.

- ¡Por Dios! Si, para la desgracia de muchos, usted es el caballero más solicitado pese a su listado de corazones rotos. Mi cuñada me dijo que muchas damas estarían dispuestas a ser su esposa. Incluso, se apiadaron de usted porque la persona que conocemos no lo defendió, ni se mostró interesada cuando hablaron del tema. Es más, se escandalizó porque hubiera una competencia para ganar su mano.

- ¿Qué está diciendo?

Los dos amigos vieron cómo el hombre se tomó la pregunta como si fuera una invitación a unirse en su mesa, cuando estaba claro que su presencia no era requerida salvo que había captado su atención de los dos caballeros más relevantes de Londres.

- No quiero que me tilde de chismoso. Sabe Dios que no lo soy, me lo contó mi cuñada.

- Eso ha dicho - le cortó Adam impaciente.

- Pues verá, fue en la otra tarde que lady Houdson hizo su merienda habitual para sus amigas, incluida mi cuñada. Sabe muy bien que compañía escoger. Dio la casualidad que también estaban presentes lady Shelford y su hija. La dama mayor no fue corta ni perezosa al preguntarle por usted a la señorita Shelford.

No se dio cuenta de la seriedad del hombre, ni del taco que soltó por la boca. Darian, sí, que volvió a subir una ceja.

- No es de buena educación arrinconar a cierta dama a preguntas innecesarias.

Person no lo oyó, o... lo ignoró.

- ¿Fue entonces que se le ocurrió la idea de la competición? - intercedió Darian.

- Sí, como le he dicho todas estaban muy dispuestas menos una y, como no, las damas ya casadas.

Adam tamborileó los dedos sobre la mesa en un pasmoso silencio.

- ¿Ha contado que no me defendió?

- Exactamente dijo literal: no diré una palabra sobre su persona. No tengo ninguna relación con él, y si la hubiera, no le diría nada. Agradezca que mi cuñada es sincera y tiene buena cabeza para acordarse de las cosas porque si no le estaría informando.

El caballero asintió sin desvelar lo que realmente pensaba. Darian, en cambio, estaba pendiente de su amigo. Precisamente este los dejó sorprendidos al ponerse de pie y componer una sonrisa.

- Si me disculpan, tengo un asunto que atender urgentemente.

- ¿Cómo? - parpadeó el hombre -. ¿No se va a terminar la copa?

- Yo también me voy - dijo Darian y palmeó la espalda del señor -. Puede pedir una si quiere, le diré al camarero que lo cargue a mi cuenta.

Siénteme (breve)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora