Un trocito

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Vuelvo por fin! A ver si la retomo poco a poco.
La inspiración viene a ratos.
Gracias de antemano por la comprensión!
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No fue consciente de que estaba absorto en sus pensamientos hasta que una voz le avisó de la llegada de una persona familiar. Muy familiar. Se puso en pie para recibir a su padre que este no se puso remilgado con él al verlo, daba igual si era mayor o no, le dio un abrazo con una palmada en la espalda. Su saludo le ocasionó una sonrisa sardónica que su progenitor atisbó antes de ir a la alacena y servirse una copa de brandy.

- ¿No puedo abrazar a mi hijo?

- Claro que puedes, mas no me esperaba tu visita tan inesperada.

- En ocasiones como esta, una charla no nos vendría mal.

Se sentó en la silla que estaba enfrente del sofá donde su primogénito estaba sentado.

- Aclárame que son esas ocasiones como esta.

- Tu fijación hacia cierta dama está en la boca de todos. Quería saber cuáles son tan aciertos esos comentarios y rumores.

No evitó en esbozar una mueca que no amedrantó a su padre, que enarcó una ceja ante su reacción y esperó pacientemente su respuesta.

- Como me has dicho más de una vez, los rumores no tienen ninguna base certera.

Su excelencia no lo creyó ni por una milésima de segundo. Tampoco podía engañar a un ilusionista. Era real que cierta jovencita le traía por el camino de la amargura, por no decir también de la desesperación. Creyó que podía fingir delante de su padre; pero como lo conocía desde que su madre lo trajo al mundo, no podía engañarlo tan fácilmente.

- Mmmm - tomó un sorbo de su copa -. Bien cierto es que no abogo por los rumores y más cuando estos tienen la intención de tergiversar que la de informar. Uno podía perder la cabeza con tanto rumor y ser desconfiado hasta de su propia sombra. Solo que me parece interesante que cuando digo de visitarte, no estés en alguna fiesta, enredado entre las faldas de una mujer, y estés aquí hastiado de la vida.

Se sonrojó sin remedio alguno. Antes fue valiente cuando quiso que su esposa fuera una cortesana para dar las narices de su padre salvo que este le sorprendió al final aceptándola. Fue gracioso que después no hubo boda que celebrar. No obstante, escuchar de su boca los líos de falda, no era para estar orgulloso.

- Me parece curioso, eso es todo - añadió sin apartar la mirada de él -. Y que detrás de tu inusual comportamiento pueda deberse a la señorita Shelford.

- Puede que sí - aceptó a regañadientes y suspiró -. Puede que su indiferencia me haya afectado más de la cuenta.

Un silencio largo dio paso a sus palabras que se quedaron en el aire que no se rompió hasta que el duque expresó su opinión sobre el asunto.

- No voy a darte consejos porque ya eres un adulto que puedes tomar perfectamente tus propias decisiones.

- Gracias, padre - le replicó con sarcasmo que no hizo inmutar al aludido.

Era mayor, por Dios.

- Mas antes deberías asegurarte si lo que sientes por esa joven es capricho o verdaderamente te interesa. Me da la sensación que esa chica no es como las otras que hayas conocido.

- ¿Cómo lo sabes? - preguntó curioso y picado por su comentario.

Werrington se levantó de la silla y dejó la copa.

- Porque aún no he escuchado que haya caído rendida a tus pies. Eso, hijo mío, es digno de admirar.

Sin más explicación y dejándolo más pensativo de la cuenta, el duque se marchó.



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