Capítulo 22 (muy breve)

707 171 5
                                    

Lady Houdson no estaba del todo contenta con el cambio de los acontecimientos. Cierto era que no hubo ninguna declaración por parte del marqués hacia su hija, manteniéndose en la línea de ser cortés y un anfitrión agradable, mas había puesto todas sus ilusiones y empeño que no creyó que ya el interés del noble fuera otro. Otro que no era su hija.

- ¿Por qué estás tan tranquila? - le preguntó con disimulo tras su abanico -. No ves que lord Werrington apenas te ha dirigido la palabra hoy.

- Madre, te preocupas demasiado - le respondió sin entrar en pánico -. Porque no me hable o no me dirija la palabra, no quiere decir que haya cambiado su interés hacia otra dama.

No supo si su hija tenía pájaros en la cabeza o estaba viviendo otra realidad diferente a la que estaba viendo. Estaba viendo su oportunidad de ser alguien en la vida volando por la ventana. Ni siquiera había cometido un fallo para empujar a dicho noble a otros brazos. Su hija era perfecta y exquisita en modales. Además, su árbol genealógico no era desdeñable. Sus antepasados habían servido a la reina Isabel I, otorgándoles merecidos títulos por su gran servicio aportado hacia la reina. Claro que hubo una oveja negra que otra en su familia. Carraspeó, intentando olvidar esa mancha en su historial familiar y miró a su hija.

- Haz todo lo posible para que mantenga dicho interés en ti. Pronto se va a acabar nuestra estancia aquí y todavía no ha habido indicios que el marqués le pida permiso por tu mano al tío Harold. Esto es desesperante. No entiendo su tardanza en decidirse.

Su hija le preocupó más por la intensidad con la que se estaba abanicando, era tan fuerte el vaivén que temió que saliera la varilla de marfil de la delicada tela de encaje y se la clavara.

- Te traeré un vaso de ponche - le dijo en un desespero intento por no estar cerca de sus nervios.

Su madre exageraba mucho.

No creía que debiera alarmarse. Werrington era un hombre ocupado e intentaba atender a los invitados. Porque no estuviera a su lado, agasajándola, no quería indicar que su interés se hubiera evaporado. Era imposible. Era atento y amable, cualidades que admiraba de él. Mientras tanto, iba a disfrutar. Llevaba vestidos bonitos, se codeaba con otros presentes, estableciendo relaciones y estaba entre la creme de la creme. La adoraban. La respetaban sus iguales.

¿Qué podía haber mal?

Todo era ideal para que le pidiera matrimonio.
Era la mejor opción para el márques.

Siénteme (breve)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora